LXXXVIII

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*Narra Yeo One*

Nuestro próximo destino era Sudáfrica. Visitaríamos varios países en el continente y después iríamos a España. Desde ahí, empezaríamos la parte de nuestro viaje por Europa.

Estando ya en Sudáfrica, concretamente en Mpumalanga, visitamos Bourke's Luck Potholes. Quedamos tan maravillados con aquel lugar, que literalmente ocupamos una tarjeta de memoria de 8 GB solo con fotos de ese sitio. Solíamos llevar varias tarjetas, con más o menos memoria, algunas llenas y otras vacías, pero listas para almacenar recuerdos.
Le pedimos al guía si podía hacernos una foto juntos. Con el maravilloso paisaje de fondo, posamos. Yan An sujetaba mis caderas con sus manos mientras miraba sonriente a la cámara, mientras que yo le miraba a él. Recuerdo que, cuando el guía nos dijo que la foto ya estaba, besé a Yan An en los labios, sin que él se lo esperase. Se sonrojó y me abrazó fuerte por la espalda. Caminamos bastante en aquella posición, él con su hermosa cabeza posada en el mía, abrazándome a la altura del pecho, y con las piernas abiertas como un patito. Era tan tierno su caminar que me sonrojé desde el primer hasta el último minuto. Mis manos acariciaban a las suyas, en una extraña pero cómoda posición. De vez en cuando, el bajaba su cabeza para darme un beso, y yo hacía lo mismo, dejando mi beso en su brazo.
Cuando acabamos el recorrido y volvimos a casa, lo hicimos en taxi. Sentados, pegados, acariciándonos las manos, en el asiento de atrás.
Predecíamos lo que pasaría: llegar, hacer el amor en la ducha, cenar, y volver a hacer el amor. Nuestras vacaciones consistieron en un gran porcentaje en follar. Todo el día todos los días. Y no creas que nos aburría. En absoluto nos aburría, es más, nos lo pasábamos tan bien... A veces con nuevas cosas, y otras haciendo lo clásico. Pero con Yan An, todo era jodidamente maravilloso. Cada maldita vez que lo hacíamos, cada puta vez que lo hacíamos, se superaba. Podía dolerme más, pero triplicaba el placer cada vez. Pensé que llegaría un día en el que no pudiese superarse, pero, hasta hoy, siempre lo ha conseguido. Y estas dos veces no fueron la excepción.

Lemon Yan-Gu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora