CAPITULO XLIV

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Gryffindor, había ganado la copa de Quidditch una vez más ¿Qué podía ser peor para un Slytherin? Que Harry Potter y Ginny Weasley eran novios oficialmente. O bueno eso solo podría ser peor para Blaise Zabini. 

Todo el colegio ya lo sabía, eran la pareja del año y la pelirroja se había convertido en la chica más popular y envidiada de todo el castillo.

Blaise pensaba una y otra vez si en el caso de que él y Ginny hubieran sido novios, ella se hubiera convertido en una chica envidiada o en una traidora. Si hubiera caminado de la mano de él con la misma alegría con la que camina al lado de Potter. Si hubiera podido a acompañarla a sus clases como él lo hace. Si hubiera podido sentarse junto a ella en el Gran Comedor.

Sin embargo el hubiera no existe, no para él, no para Ginny, no para ellos.

En el fondo, él había esperado eso, por lo que Ginny le dijo, tarde o temprano ocurriría. Potter no era nada discreto en su manera de mirarla y Blaise ya había descifrado cada una de esas miradas.

Si Ginny podía tener un novio nuevo, si podía caminar campante por los pasillos junto a Harry Potter. Si Ginny podía continuar su vida junto al Elegido. ¿Por qué él no?

...

Hermione iba de camino hacia su torre, las clases habían acabado. Se encontró con un niño de Hufflepuff que se encontraba parado frente al retrato de la dama gorda.

- ¿Esperas a alguien pequeño?- Se acercó a él.

- ¿Eres Hermione Granger?- Él niño ya miró y la chica asintió.- El profesor Dumbledore me manda esto para ti.- Extendió un pergamino hacia ella.

- Gracias.- Cogió el pergamino con el ceño fruncido. El niño se dio la vuelta y se fue corriendo por el pasillo. La castaña abrió el pergamino y leyó.

Srta. Granger

Necesito hablar con usted con urgencia. Recurra a mi despacho en cuanto pueda.

Me fascinan las píldoras ácidas.

Albus Dumbledore

Así de corta y así intrigante.

Hermione prácticamente voló por los pasillos y cuando llegó, dijo la contraseña y antes de tocar la puerta despacho del director, tomó aire.

- Pase Srta. Granger.- Se escuchó tras la puerta. La nombrada empujó y ahí se encontraba Albus Dumbledore. Antes de que ella pudiera decir algo el director volvió a hablar.- ¿Cómo se encuentra el joven Malfoy?- La Gryffindor abrió mucho los ojos y el profesor solo pudo sonreír un poco.- No se preocupe, estoy al tanto.

- Él se está recuperando, si el profesor Snape no hubiera llegado a tiempo...

- Lo bueno es que si llegó a tiempo y el joven Malfoy está mejor.- Caminó hacia su escritorio y se sentó.- Siéntese.- Ella obedeció y se acercó al escritorio.- También estoy al tanto de su misión.

- Profesor, yo...

- Es bueno saber que Draco tuvo a alguien apoyándolo en tan difícil tarea.

- Profesor, él ha tratado de hacer algo para evitar tomar esa decisión.- A pesar de lo nerviosa que se sentía por sentirse descubierta, tenía cosas más importantes que tratar.

- La llamé para hablar sobre algo que podría cambiar el rumbo de los hechos que están por suceder. Sinceramente creo que Draco debió venir a hablar conmigo, de ese modo hubiéramos evitado ciertos daños. Como lo sucedido con sus compañeros.

Behind the walls of Hogwarts (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora