Veinticuatro de junio de 1991
Por fin llegó el esperado final de curso, los alumnos que se alojaban en la residencia El Triunfo estaban emocionados por poder volver a su casa y abrazar de nuevo a su familia.
Algunos se habían ido ya, Manuel los observaba desde la ventana del segundo piso, sabía que ya nunca volvería a estar en esa habitación y que el año que viene otra persona la convertiría en su hogar, ese año se había graduado en derecho y ya lo que le quedaba era encontrar un buen trabajo.
Alguien llamo a la puerta, Manuel se acercó y la abrió, era Santiago, su mejor amigo desde que pisó por primera vez la residencia.
—Mis padres me acaban de llamar, llegarán en menos de una hora —dijo mirándolo con pena.
—Es una pena que no podamos volver aquí, estos años han sido increíbles.
Los dos amigos se dieron un fuerte abrazo, Manuel era de Cádiz y Santiago de Barcelona, sabían que no iban a volver a verse en mucho tiempo, y, aunque no quisieran admitirlo, llegaría un momento en el que perderían el contacto.
—¿Por qué no subimos a la terraza? —preguntó Santiago —Como en los viejos tiempos.
Manuel asintió y juntos caminaron hacia el ascensor, la zona más alta del edificio era su lugar favorito de la residencia, casi nadie iba allí por lo que era el lugar perfecto para estar tranquilo, además tenía unas vistas preciosas.
Al llegar fueron inmediatamente a apoyarse en el bordillo, el sol ya estaba desapareciendo y ese era el último atardecer que verían desde ahí arriba.
Santiago miró a Manuel con una media sonrisa y empezó a hablar.
—Cuantas cosas hemos vivido en estos años... ¿recuerdas cuando casi incendiamos tu habitación por querer encender un cigarro?
Manuel soltó una carcajada asintiendo con la cabeza.
—Por suerte no nos pillaron, siempre hemos sabido solucionar los problemas a tiempo.
—Bueno... hay cosas que tú no has resuelto aún —dijo Santiago poniéndose serio de repente.
Su amigo lo miró extrañado, no sabía a qué se refería, pero no le gustaba la expresión con la que lo miraba. Santiago en cambio parecía estar muy seguro de lo que decía, por lo que continuó hablando.
—Hace unos meses empezaste a salir con Elena...aun sabiendo que ella me gustaba.
Manuel rodó los ojos, sabía que su amigo estuvo mucho tiempo enamorado de Elena Martín, la chica de Sevilla que tiene un año menos que ellos, pero ella lo eligió a él y dentro de poco van hacer diez meses juntos, Santiago debe aceptarlo.
—Ya te dije que lo siento, pero estoy enamorado de ella.
—¡Yo también!
De repente Santiago le propinó un empujón a Manuel que hizo que este se tambaleara un poco, no entendía porqué su amigo estaba tan alterado, pero debía hacerlo volver a la calma.
—Cada vez que te veo con ella me dan ganas de... matarte.
Manuel intentó apartarse, pero antes de que pudiese reaccionar Santiago lo había cogido del cuello de la camiseta y lo tenía pegado al bordillo de la terraza.
—¿Qué haces Santi? Soy tu amigo...
—¡Me robaste a la chica de la que estaba enamorado!
A Santiago Se le pusieron los ojos llorosos y Manuel lo miraba asustado, unos centímetros más y se caería desde una distancia de siete pisos, debía actuar con cautela.
—Ella me eligió a mi... no puedo hacer nada.
—Por eso lo voy a hacer yo... te voy a matar y así Elena se irá conmigo, hasta pronto Manuel Medina...
Todo sucedió muy rápido, Manuel le dio a Santiago una patada en el pecho que lo lanzó hacia atrás, este intentó volver a cogerlo, pero no fue lo suficientemente rápido por lo que no consiguió alcanzarlo.
Manuel corrío hacia la puerta y la cruzó sin mirar a atrás, bajó las escaleras muy rápido, cuando llegó a su habitación cerró la puerta y se sentó en el suelo, no paraba de jadear y estaba sudando, podría haber muerto.
En ese momento la amistad de los dos chicos que eran inseparables se terminó, y fue sustituida por un odio que les duraría toda la vida. Manuel Medina y Santiago Ruiz no querían volver a verse en la vida... una pena que unos años más tarde sus hijos se conocieran.
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Espero que os encante 💛
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No confío en ti ||Julright||
Teen FictionLos dos llegaron a la residencia con una promesa. Ella no iba a confiar en el hijo de la persona que casi mata a su padre. Él iba a pasárselo bien sin importarle nada ni nadie. Ninguno de los dos cumplió con su objetivo.