•Capitulo cuarenta y cuatro•

494 20 2
                                    

Julia
Carlos y yo entramos en la residencia sin habernos separado en ningún momento, no puedo negar que me siento un poco nerviosa, no sé qué van a pensar los chicos cuando me vean llegar, tampoco tengo ni idea de qué razón les voy a dar de porqué me he quedado, pero bueno, supongo que tendré que improvisar.
Por fin llegamos a mi habitación, entro y me encuentro con ella completamente vacía, entonces me doy cuenta de la locura que he estado a punto de cometer.
—Tienes que volver a re decorarlo todo —comenta Carlos entrando tras de mi —pero yo te ayudaré, para esta tarde ya lo tendremos todo listo.
Le dedico una pequeña sonrisa, es increíble como intenta animarme cuando debería ser al revés.
—Ahora mismo estoy agotada —comento —¿no podemos dejarlo para luego?
—Como quieras —responde acercándose a mi para darme un abrazo —no estés triste —susurra.
—No lo estoy —miento.
—Entiendo que no te hayas ido, estar sin una persona tan perfecta como yo tanto tiempo debe ser duro —dice de broma, lo que me hace sonreír un poco.
—Eres tonto —respondo dándole un suave golpe en el hombro.
—¿Que dices? Si soy el novio perfecto.
—Lo que eres es una persona con mucho ego.
—Te estás equivocando —responde mientras niega con la cabeza fingiendo estar ofendido, lo que me hace reír aún más.
En el fondo tiene razón; es complicado encontrar a una persona que te haga sonreír hasta en los peores momentos y así es Carlos, desde el día en que lo conocí siempre ha buscado lo mejor de todo el mundo; y eso es genial.
—¿Y si hacemos algo guay? —pregunta él después de unos segundos de silencio.
—¿A que te refieres?
—Todo el mundo piensa que ahora estás camino de Estados Unidos... ¿y si dejamos que lo sigan pensando por unas horas?
—¿Y que tiene eso de guay?
—Olvidémonos de todo, se supone que ahora estás en el avión, pues finjamos que es así.
—¿Y qué hacemos para que no nos vean?
Carlos me mira y puedo ver que su expresión se ha cambiado por una más divertida, cosa que hace que la adrenalina llegue a mi.
—Pues correr.
Y dicho esto coge mi mano y sale de la habitación como una exhalación para empezar a bajar las escaleras muy muy rápido sin soltarme en ningún momento.
Me empiezo a reír muchísimo, esto es una completa locura, pero a la vez es muy emocionante.
—¡Más rapido! —exclama Carlos saliendo de la residencia —¡Que nos pillan!
Aceleramos el paso entre risas, parecemos dos niños pequeños que juegan sin ninguna preocupación; la gente se nos queda mirando por la calle, pero a nosotros no nos importa; hay momentos en los que lo que más apetece es hacer cualquier locura, y este es uno de ellos.

Carlos y yo caminamos en dirección a la residencia cuando el sol está a punto de irse. Las tres horas que hemos pasado juntos han sido increíbles, simplemente hemos caminado de un lado a otro, hablando sin parar y besándonos alguna que otra vez.
Ahora toca volver a la realidad.
—En el fondo me apetece ver la cara que pondrán todos al verte —comenta Carlos pasando su brazo alrededor de sus hombros para atraerme más a él.
—Pues la misma que has puesto tú hace unas horas.
Carlos suelta una carcajada y me sujeta más fuerte, como si tuviese miedo de que me fuera a escapar.
—Por un momento pensé que eras fruto de mi imaginación.
—¿Y si lo soy? A lo mejor todo esto es un sueño... —respondo empezando a sacudirle el pelo cosa que hace que él intente apartarme sin mucho éxito —Mira cuantas cosas pasan...
—¿Que dices? —pregunta refiriéndose a lo último que acabo de decir.
—Es una frase que escuché hace tiempo en la tele, no recuerdo de quien era —digo encogiéndome de hombros.
—Pues entonces... ¡mira cuantas cosas te pasan! —responde cogiendo mechones mi pelo y llevándolos a mi cara.
Así, entre bromas y risas llegamos a la puerta de la residencia; por la hora que es suponemos que nuestros amigos tienen que estar cenando en el comedor, así que allí es a donde nos dirigimos.
Cuando entramos los vemos a todos cenando tranquilamente, parecen relajados hasta que Rodrigo se fija en nosotros, abre mucho los ojos y se levanta con rapidez.
—¡¿Que haces aquí?! —pregunta alzando la voz, cosa que hace que todos me miren, y cuando digo todos me refiero a todo el comedor.
Dios mío que vergüenza.
Al darse cuenta de lo que pasa todos mis amigos se dirigen hacia donde estamos Carlos y yo, ahora mismo quiero que me trague la tierra, no me gusta ser el centro de atención.
Carlos parece notarlo porque disimuladamente acerca su mano a la mia y entrelaza nuestros dedos, cosa que me da seguridad.
—¡Pero si te ibas a Estados Unidos! —dice mi hermano, que es el que más sorprendido está de todos.
—Ha cambiado de opinión en el último momento —responde Carlos por mi, y menos mal, porque ahora mismo siento que no puedo hablar —es una chica indecisa.
—Demasiado indecisa —dice Alba —pero... ¿que te ha hecho cambiar de opinión?
Siento que se me seca la garganta, hay tantas cosas que no saben que podría pasar horas explicándoles.
—Prefiero terminar el curso aquí —es todo lo que alcanzo a decir.
—Además no te quieres separar de Carlos —completa Rodrigo —estás demasiado enamorada.
En otro momento negaría lo que ha dicho alegando que no dependo de mi novio para hacer nada, pero ahora mismo solo quiero terminar esta conversación cuanto antes así que simplemente asiento y sigo a mis amigos hasta la mesa donde estaban antes.
Estamos hablando durante muchísimo tiempo, vemos a grupos de amigos sentarse a comer e irse, pero nosotros seguimos ahí.
Me siento más tranquila, antes tenia la sensación de que debía aprovechar cada segundo, pero ahora que no me voy es diferente, me he quitado un peso de encima.
El cansancio acumulado de estas últimas horas se va apoderando de mí poco a poco; dejo de participar en la conversación y llega un momento en el que los ojos casi se me caen, Carlos se da cuenta y me acaricia una de mis manos que reposa sobre la mesa.
—Creo que Julia y yo nos vamos a dormir —dice mirándome, a lo que yo asiento y me levanto.
Noto la mirada divertida de todos, probablemente viendo lo moñas que somos.
—Julia —dice Rodrigo antes de que me vaya —mañana deberías llamar a papá y a mamá para decirles que te has quedado.
Y no se porqué pero siento que esa llamada va a traer algo malo.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora