•Capitulo treinta y cinco•

524 21 2
                                    

Julia
No se cuantas veces he llamado ya al número de teléfono que se supone que es de Sergio, pero no he conseguido que nadie conteste; solo hay dos opciones, o no quiere hablar conmigo, o con los nervios apunté el número mal, cosa que veo bastante probable.
Ahora mismo me encuentro sentada en mi escritorio con el ordenador en frente mía abierta por la web de la beca, llevo casi una hora empapándome de información sobre este lugar, intentándome convencer de que puede ser una gran oportunidad... pero sigo sin ver demasiado claro el hecho de irme a estudiar a pesar de que el sitio parece estar bastante bien.
Alguien llama a la puerta y me levanto para abrir, la sonrisa de Carlos me saluda al otro lado de la puerta.
—¿Estas ocupada? —pregunta entrando en mi habitación.
—Algo así... —respondo volviéndome a sentar frente al ordenador —estoy intentando convencerme de que es una buena idea ir a Estados Unidos.
—¡Pues claro que es buena idea! Deja de comerte la cabeza —dice apoyando las manos en el respaldo de la silla, de manera que su cabeza queda justo encima de la mía y puede ver la pantalla —mira, la residencia de allí se ve mucho más grande.
—¿Eso es una buena razón para que me vaya? —pregunto riéndome.
— Podría serlo, conocerás a mucha más gente.
—Estoy contenta con las que conozco ahora.
—Va Juls, no te comas más la cabeza y acepta la beca —noto en la voz de Carlos algo de frustración, me sorprende su interés porque acepte.
—Parece que lo que más deseas es que me vaya —mi voz suena un poco cortante, quizá demasiado.
—No quiero eso, pero tampoco quiero que te pierdas una gran oportunidad.
—¡No es la oportunidad de mi vida! —exclamo harta de que me repitan eso una y otra vez —quizá es mejor que esté aquí, sacaría mejores notas y podría ayudarte.
Me giro para quedar de cara a Carlos, y lo miro con el ceño fruncido.
—No me tienes que ayudar, puedo controlar esta situación solo, ademas, allí estarías a salvo.
—¿A salvo? —de repente mi cabeza hace clic y lo entiendo todo —¡quieres que me vaya para protegerme!
Carlos no responde, cosa que yo interpreto como un sí y hace que me enfade aún más. Nos quedamos en silencio durante unos segundos que a mí se me hacen eternos, estoy muy muy indignada, sé cuidarme solita.
—Va Juls... no te enfades —dice Carlos —no quiero volver a estar mal contigo.
—Yo tampoco, pero crees que me va a pasar algo, y hasta ahora estoy perfectamente.
—Si a mi me han pegado más de una vez, podrían hacértelo a ti perfectamente.
—¿Y? Tampoco es que me fueran a matar.
Carlos me mira levantando una ceja, cosa que interpreto como que estoy totalmente equivocada, un escalofrío recorre mi espalda.
—No quiero que te vayas pero... quizá sea lo mejor.
—No quiero dejarte solo... —digo más calmada.
—Estaré bien, conseguiré negociar con mi padre.
—¿Y si no lo consigues?
—Siempre puedo tomar un vuelo a Estados Unidos.
Sonrío ante su comentario, este chico se lo toma con humor todo.
—Tampoco vas a poder hacer gran cosa para ayudarme, lo único que vas a conseguir es ponerte en peligro aún más.
Me tomo unos segundos para reflexionar lo que me ha dicho Carlos, aunque no quiera admitirlo tiene razón, no tengo nada que hacer.
—Está bien, me iré.

Julia
Salgo de mi habitación cerrando la puerta tras de mí, llevo toda la tarde estudiando, no porque tuviera muchos deberes, si no porque necesitaba que mi mente estuviese ocupada para no pensar en lo que hice hace unas horas, parece que al final si que me voy a Estados Unidos.
Hace menos de diez minutos he recibido un mensaje de Carlos pidiéndome que fuese a su habitación, y eso es lo que estoy haciendo ahora mismo.
Llamo a la puerta y a los pocos segundos me abre indicándome con la cabeza que pase; me siento en la cama y él se pone justo en frente mía.
—¿Para que me llamabas? —pregunto.
—Ahora que es seguro que te vas... deberíamos hablar de nosotros, ¿que va a pasar con nuestra relación?
Me tomo unos segundos para responder ya que no se muy bien que decir.
—¿Que quieres que pase?
—Sabes perfectamente lo que quiero pero... ¿es lo mejor? —noto a Carlos inseguro, como si tuviese miedo de lo que está diciendo, y eso produce que yo me sienta igual.
—¿Por qué no va a ser lo mejor?
—No se... quizá no te quieras ir a Estados Unidos atada a una relación.
—No es una simple relación —alargo una de mis manos para entrelazar mis dedos con los suyos —eres tú.
—¿Y que tengo yo de especial? Soy un chico como otro cualquiera —dice bajando la mirada a nuestras manos, por primera vez noto inseguridad en su voz.
—Para mí eres diferente, eres el chico que consiguió enamorarme a pesar de todo.
Carlos sonríe ante mi comentario y parece relajarse un poco.
—Me da miedo perderte, ahora mismo eres... mi único apoyo de verdad.
—No me vas a perder, da igual a donde me vaya, voy a estar ahí. Siempre.
—Eres genial —responde levantando la mirada —entonces... ¿que somos?
Me encojo de hombros mirándolo con una sonrisa.
—No se... dímelo tú.
Carlos parece recordar lo que le dije en la azotea, porque cambia su expresión por una más divertida y me coge ambas manos levantándolas a la altura de nuestros hombros.
—Julia Medina Martin... ¿me concederías el placer de ser mi novia?
No puedo evitar soltar una carcajada, esta situación es demasiado extraña a la vez que divertida.
—Pues no se... me lo tendré que pensar.
—¡Oye! Ahora es cuando tenías que decir que sí —exclama Carlos soltándome las manos para empezar a hacerme cosquillas, cosa que hace que me ría aún más.
—¡De acuerdo! Diré que si, pero que conste que me has obligado.
Carlos sonríe y antes de que pueda reaccionar junta sus labios con los míos en un intenso beso que es el primero muchos que están por venir.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora