•Capitulo treinta y dos•

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Carlos
Marilia y yo hemos quedado en los jardines de la residencia para hacer un trabajo con el que me está ayudando. Se ha convertido en una gran amiga para mí y la verdad es que ha sido un apoyo enorme en estas últimas semanas, es imposible no sonreír con ella.
—Entonces me tienes que hacer una entrevista sobre lo que es la sala de eventos, ¿no?
—Así es, me tiene que ocupar un folio así que te voy a preguntar bastante.
Marilia asiente y yo rebusco en mi cuaderno las cosas que tengo apuntadas para el trabajo.
—¡Julia! —escucho gritar a Marilia.
Alzo la mirada y la veo caminando con una bolsa, esta vez cuando me ve me sonríe y se acerca a nosotros, no hemos hablado desde la fiesta, que fue hace un par de días, pero cada vez que nos vemos el ambiente no es para nada incomodo.
—¿Que hacéis? —pregunta cuando llega a donde estamos.
—Estoy ayudando a Carlos con un trabajo, la otra vez me ayudó él y se lo debía.
—Ya veo que pasáis mucho tiempo juntos...
Me tengo que morder la lengua para no soltar una carcajada, ¿esa frase significa que está celosa?
—Trabajar con Marilia es genial —digo con una pequeña sonrisa.
—Por lo que veo ya os lleváis bien... pues menos mal; voy a ir al baño y de paso os quedáis hablando.
Aunque Marilia no lo sabe le doy las gracias por lo que acaba de hacer. Cuando la vemos alejarse Julia se sienta en frente mía mientas que me mira.
—¿Celosa? —pregunto aguantando la ganas de reírme.
—¡Que dices! Me da igual con quien te hables.
—Ya... ¿Entonces te daría igual que saliese con ella?
—Pues... sí.
—Has dudado un poco.
—No he dudado.
Me empiezo a reír al ver que las mejillas de Julia cambian un poco de color, no somos nada pero es divertido tener este pequeño tonteo con ella.
—¿De que te ríes? —pregunta Julia exasperada, lo que me hace reír más aún.
—Cosas mias... oye, paso mucho tiempo con Marilia pero no me importaría hacer un hueco para quedar contigo —disimuladamente me acerco a ella para quedar a pocos centímetros de su cara, creo que no soy muy consciente de lo que estoy haciendo.
—Me parece bien, tienes cosas que contarme —por como lo dice sé que se refiere al tema de los matones —¿quedamos mañana para comer después de clase?
—Vale, ¿volveremos a irnos juntos o continuarás saliendo más temprano para evitarme? —digo con tono burlón intentando no fijar la mirada en sus labios, que cada vez los veo más cerca.
—Creo que podré volver a aguantarte.
Julia se está dando cuenta de que cada vez la distancia que hay entre nosotros es más corta, y en vez de separarse lo que hace es todo lo contrario, se ve que no somos capaces de aguantar con el trato ni una semana. Mis ojos viajan inconscientemente hacia sus labios, me repito una y otra vez que no debo besarla.
—¡Ya estoy aquí! —escucho una voz a mi espalda y me aparto al instante.

Julia
Por fin suena el timbre indicando que ya podemos regresar a nuestras casas después de la universidad, camino con Jorge en dirección a la salida mientras hablamos animadamente; cuando llegamos veo a Carlos esperándome, con la mirada puesta en el móvil.
—¿Que hace aquí? —pregunta Jorge dirigiendo la mirada hacia él.
—Nos hemos reconciliado —respondo intentado finalizar la conversación.
—¿Por qué? No me parece un buen chico.
—Si que lo es...
—¡Tu misma me dijiste que estaba loco! —Jorge parece enfadado, no entiendo que le pasa pero espero que no sean celos.
—Me equivocaba, ¿vale? Carlos es una gran persona, y ya vuelve a ser mi amigo.
—Tu amigo... ¿o algo más?
Justo en ese momento el teléfono de Jorge suena, por lo que nos despedimos rápidamente (cosa que agradezco) y yo me marcho en dirección a Carlos mientras mi amigo responde, antes de alejarme completamente de él escucho que está hablando con Sergio, un escalofrío recorre mi espalda, no puede ser el mismo, es demasiada coincidencia.
—Hola —digo cuando me acerco a Carlos completamente, noto un hormigueo en mi estómago, algo parecido a emoción.
—Me acaba de llamar Sergio, uno de los matones —comenta Carlos y puedo ver que está más pálido de lo normal —mi padre solo ha pagado la mitad.
—¡Que dices! No puede ser.
—Esto no va a acabar nunca... pensaba que iba a estar bien y... —contesta con la voz entrecortada.
—No te preocupes —digo poniendo mi mano en su espalda —todo va a salir bien, y yo te voy a ayudar.
—Ya no hay nada que hacer...
—¡Pues claro que hay! Antes he escuchado a Jorge hablar con un tal Sergio, no sé si será el mismo pero puedo descubrirlo.
—No te quiero poner en peligro...
—Carlos no me estás poniendo en peligro, si hago esto es porque... —corto la frase sin querer continuar.
—Porque...
—Porque te quiero —respondo al fin.
Sin darme cuenta nos hemos acercado mucho y al igual que ayer nuestras bocas están a pocos centímetros, Quiero besarlo, no lo voy a negar, pero...
—Tenemos un pacto —comento alejándome un poco a lo que él me mira frustrado.
—Maldita sea la hora en la que me inventé el pacto.
Suelto una carcajada ante su comentario y puedo ver como a Carlos se le escapa una pequeña sonrisa, aún está triste, y tengo que alegrarlo.
—Vamos a pedir comida y hagamos un picnic en la azotea, ¿que te parece?
Su expresión le cambia, parece más ilusionado y eso me alegra, voy a conseguir que se lo pase bien.
—Como en los viejos tiempos.
—Si, quien sabe si hasta podemos saltarnos el pacto...

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora