•Capitulo cuarenta y dos•

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Julia
Camino hacia la residencia completamente absorta en mis pensamientos, lo que me ha contado Jorge me ha dejado en shock, ¿y si Carlos en realidad no es lo que parece? Quizá el amor me ha hecho estar ciega y no centrarme en la realidad, Sergio se veía sincero cuando lo dijo, por lo que me lo creo, el problema ahora es que no se que hacer, y me voy en nada.
Justo en ese momento mi móvil suena haciéndome dar un respingo ya que no me lo esperaba, el nombre de mi novio aparece en la pantalla, dudo un poco en si cogerlo o no, pero finalmente lo hago.
—¿Donde estás?—pregunta Carlos visiblemente nervioso.
—Eh... de camino —contesto mirando la hora en mi reloj, son las seis menos cuarto.
—¿De camino? ¿Donde has ido?
—Se me había olvidado comprar una cosa... pero ya llego.
Escucho a Carlos suspirar frustrado, siempre le gusta ser puntual y más aún en una situación así.
Acelero el paso y en cuestión de minutos ya estoy en la residencia, subo hasta mi habitación para coger la maleta y vuelvo a la entrada con prisa; allí me esperan Carlos, Marilia, Miki, Alba, Rodrigo y Marta.
—No te vamos a dejar ir sin despedirte —dice mi hermano acercándose a mi para darme un abrazo.
Poco a poco les voy diciendo adiós a todos intentando no emocionarme demasiado aunque gran parte de mis pensamientos aún están en la conversación que tuve con Sergio.
Justo cuando termino veo que aparece un taxi y que Carlos se acerca a él, lo sigo y cuando ya he metido todas las maletas y cosas me siento junto a mi novio en el asiento de atrás.
—Tranquila —dice Carlos alargando su mano hasta la mía para acariciármela —te lo vas a pasar genial, ya verás.
Asiento sin saber muy bien que responder, una parte de mí está enfadada con Carlos, pero la otra piensa que ahora mismo no es el momento de recriminarle nada.
Carlos parece darse cuenta de que no estoy muy bien porque se acerca a mi y me da un fuerte abrazo seguido de un beso en la frente. Un nudo se me empieza a formar en la garganta, no puedo llorar, ahora no.
Por fin llegamos al aeropuerto, sacamos las maletas y caminamos hacia el interior de este; en un momento del camino Carlos entrelaza sus dedos con los míos, y por mucho que intente sobre solo me sale una mueca, ahora mismo no confío en él.
Después de bastante tiempo de un lado a otro llega el momento más duro, me tengo que despedir de Carlos para ir a embarcar, un montón de recuerdos se me pasan por la mente, llevo meses ayudándolo y en realidad... tiene la misma culpa que su padre.
Quiero disfrutar de estos últimos minutos pero no puedo, me siento enfadada, ¿como voy a estar cuatro meses fingiendo que todo está bien?
Carlos se acerca a mi para darme un fuerte abrazo que yo le correspondo un poco incómoda.
—Disfruta muchísimo —me dice al oído.
—Lo haré —miento.
Nos separamos un poco y después de dedicarnos una sonrisa me alejo de el.
Ya está, me voy.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora