Julia
Me miro al espejo del baño por última vez; hace un rato mi padre me llamó indicándome que se dirigía hacia la residencia; Carlos y yo estábamos totalmente desarreglados (lo normal después de... eso) me he tenido que vestir rapidísimo y no estoy segura de si mi maquillaje me hace parecer lo suficientemente despierta, pero es lo que hay.
Carlos abre la puerta del baño y se apoya en el marco de esta mirándome fijamente.
—Si la otra vez estaba nervioso ahora estoy atacado.
Le dedico una pequeña sonrisa, no puedo decirle que todo va a salir bien porque la verdad es que no lo sé.
Justo en ese momento mi móvil vibra indicándome que tengo un mensaje.
—Tenemos que bajar ya —digo mirando la pantalla —mi padre nos espera en la entrada.
Carlos asiente lentamente, lo conozco lo suficiente como para saber que está intentando a toda costa parecer seguro. Me acerco a él y le doy un corto beso en los labios.
—Estamos juntos en esto —digo para después agarrar su mano y guiarlo hacia el ascensor.
Bajamos completamente en silencio, mi cabeza le da vueltas al hecho de cómo afrontar la situación y salir lo más ilesos posibles.
Al fin llegamos, diviso a mi padre en el exterior moviéndose de un lado a otro, nos acercamos a él lentamente y cuando nos ve corre a darme un abrazo.
—¿Estas bien? —pregunta nervioso —¿que te ha pasado?
—Estoy bien... dentro de lo que cabe.
—¿Por qué me has llamado?
Le lanzó una rápida mirada a Carlos y veo que tiene la vista fija en el suelo, no le veo mucha intención de hablar así que supongo que me toca a mi.
—¿Y si vamos a la cafetería de ahí al lado a hablar? —pregunto intentado sonar segura.
—¿Tan importante es?
Asiento, mi padre cada vez parece más asustado y Carlos parece rezarle al suelo para que le trague.
Llegamos a la cafetería y nos sentamos en la única mesa que queda libre, todo el mundo habla animadamente excepto nosotros que no podemos estar más serios.
Nos quedamos en silencio durante unos minutos mientras nos traen lo que hemos pedido. Suspiro. No podemos retrasar más esto.
—Creo que es el momento de contarte porque te he llamado —comienzo —necesito... necesitamos tu ayuda.
—¿Mi ayuda? ¿Que habéis hecho?
—No hemos hecho nada, lo que pasa es que...
—Soy el hijo de Santiago —Carlos lo suelta sin ningún tipo de anestesia, así, sin más.
Se forman unos segundos de silencio que se me hacen eternos, hasta que mi padre habla.
—No puede ser posible... —me mira fijamente —te avisé de que no te acercaras a él.
—Y lo intenté, pero no pude... —cojo la mano de Carlos por debajo de la mesa —el no es como su padre.
—¿Y como estas tan segura de eso?
—Lo conozco, me lo ha demostrado.
El corazón me va a mil, mi padre no dice nada probablemente porque está intentando digerir lo que acabamos de decirle.
—¿Por qué necesitáis mi ayuda? —pregunta finalmente.
Empezamos a narrarle toda la historia sin omitir absolutamente nada, desde lo de los matones hasta como he entablado una extraña "amistad" con Sergio y finalmente le contamos la situación de Beltrán.
—Queréis que hable con él tal Beltrán... ¿y le diga que ayude a Carlos?
—Eres el único que puede convencerlo papá, has pasado por lo mismo que él.
—Si conseguimos esto —dice Carlos quien se ha pasado la mayor parte del relato en silencio —por fin mi padre pagará por todo lo que ha hecho.
Mi padre se toma unos minutos para reflexionar, cosa que hace que nuestro estrés vaya en aumento, finalmente habla dirigiéndose a Carlos.
—Cuando te conocí me caíste tan bien que no pensé que fueras el hijo de Santiago... eso significa que eres buena persona y las buenas personas deben estar bien. Os ayudaré.
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No confío en ti ||Julright||
Novela JuvenilLos dos llegaron a la residencia con una promesa. Ella no iba a confiar en el hijo de la persona que casi mata a su padre. Él iba a pasárselo bien sin importarle nada ni nadie. Ninguno de los dos cumplió con su objetivo.