•Capitulo treinta y cuatro•

521 23 2
                                    

Julia
Carlos y yo salimos del comedor camino a la universidad, echaba mucho de menos estos diez minutos con él antes de entrar en clase, y recuperarlos ha sido de las mejores cosas que he hecho.
Cuando aún nos quedan la mitad del trayecto para llegar recibo un mensaje en el móvil, me extraño bastante ya que no se quien puede ser a estas horas, así que lo abro enseguida y me relajo al leer que es de la empresa que me quiere llevar a Estados Unidos. Leo el mensaje con rapidez para saber que tienen que decirme.
"¡Hola Julia! Te recordamos que solo te quedan siete días para reservar tu plaza con nosotros y volar a Estados Unidos en marzo, ¡esperamos tu mensaje!"
—¿Todo bien? —pregunta Carlos al ver que mi expresión ha cambiado.
—Solo me queda una semana para decidirme, el tiempo se acaba y sigo igual de indecisa que el primer día.
—Eso es porque no te has parado a pensarlo, no paras de dejarlo ir.
—Lo se... pero no se que hacer.
—Piénsalo con calma en estos días y escribe el correo antes de arrepentirte.
Justo en ese momento llegamos a la residencia y nos despedimos con un rápido abrazo que nos damos inconscientemente, Jorge llega a la vez que yo y por suerte no ha visto lo que acabo de hacer así que no voy a tener que aguantar sus protestas y sus malas miradas hacia Carlos.
Nos saludamos y caminamos hacia clase, necesito información sobre Sergio, pero no sé cómo sonsacársela.
—¿Que hiciste ayer por la tarde? —pregunto fingiendo normalidad.
—¿Por qué me lo preguntas? —Jorge está visiblemente extrañado.
—Curiosidad.
—Pues estuve con un amigo.
—¿Sergio?
—¿Como lo sabes?
—Me hablaste de él y de su problema con su jefe —acabo de conseguir introducir el tema de la mejor manera —¿ya lo ha solucionado?
—Solo le ha pagado la mitad aunque dice que la otra mitad se la pagará pronto.
—Ah pues que bien —ya no tengo duda de que es la misma persona.
Tengo que conseguir el número de Sergio para hablar con él y no se muy bien como hacerlo, pero esto puede ser una gran oportunidad para Carlos.
—Julia... ¿que te pasa? —pregunta Jorge al ver que me he ido de la conversación.
—Nada... ¿entramos en clase?
Mi amigo asiente y juntos nos encaminamos hacia el aula, el se sienta delante mía, como siempre, y saca sus libros para prepararse mientras me habla, aunque yo no le presto mucha atención; el profesor entra unos minutos después y toda la clase se queda en silencio.
No atiendo mucho ya que mi cabeza no para de darle vueltas a cómo voy a conseguir el número. Entonces mi cabeza se ilumina, ¿y si Jorge ha guardado su móvil en la mochila?
Con cuidado de que no me vea alargó mi mano para coger su mochila que ha dejado apoyada en una de las patas de la mesa, no voy a negar que estoy nerviosa, pero finalmente la alcanzo y abro el bolsillo pequeño intentando no hacer mucho ruido, y sí, ahí se encuentra el móvil.
Por suerte me se la contraseña, así que la marco con rapidez y me voy a sus contactos para buscar el nombre de Sergio, lo encuentro al instante ya que solo hay uno, apuntó los números en una hoja de papel y dejo el móvil en su sitio.
Lo que voy a hacer va a ser peligroso, pero si sale bien ayudará a Carlos.

Cuando llega la hora de irse salgo del aula junto a Jorge y en pocos minutos llegamos a la entrada, Carlos está donde siempre hablando por teléfono, me despido y camino hacia él.
—Pues adiós —dice Carlos en tono cortante para después colgar la llamada.
Lo miro sin saber muy bien si preguntarle o no ya que parece enfadado; pensaba contarle que tengo el número de Sergio pero creo que es mejor que no lo sepa por ahora. Carlos alza la vista y al verme parece aliviar un poco su enfado.
—Estaba hablando con mi padre —dice como si hubiese adivinado mi pregunta —tenia esperanzas de convencerlo de pagar, pero al final lo que he conseguido es enfadarme con él.
—Tienes razones para enfadarte.
—Lo se pero no quiero adivinar que es capaz de hacer si le sienta mal algo que haya dicho, al fin y al cabo es él el que me paga la universidad.
—¿Va a hacer que te vayas? —pregunto asustada.
—Tranquila —responde con una sonrisa —pagándome la universidad y la residencia es como le demuestra a sus amigos lo buen padre que es, aunque luego sea...
—Un horror se persona.
—Eso mismo —termina Carlos para después darme un beso en la frente, cosa que me sorprende pero a la vez me encanta —tranquila que vas a tener que seguir aguantándome.
—Ya me había hecho hasta ilusiones —digo en broma.
Comenzamos a andar camino de la residencia, Carlos rodea mis hombros con su brazo y yo hago lo mismo por su cintura, a ninguno de los dos parece importarle que ahora mismo no parezcamos exactamente amigos.
—Y yo que pensaba que me tenías cariño y ahora resulta que quieres que me vaya...
—¿Que cariño te voy a tener? Ya te dije que no confiaba en ti.
—Me has roto el corazón Julia Medina.
—Una pena.
Carlos empieza a revolverme el pelo y yo me río intentándome apartar, continuamos bromeando hasta que llegamos a la residencia, subimos en el ascensor hasta nuestra planta y caminamos por el pasillo hasta donde están nuestras habitaciones.
Justo antes de despedirnos Carlos se acerca mucho a mí haciendo que mi espalda choque contra la pared, ninguno de los dos dice nada, simplemente nos miramos a a los ojos, cada vez más cerca, y más, y más... entonces me da un corto beso en la nariz y se despide con una sonrisa para después entrar en su habitación. Esto ya no es un pacto, se ha convertido en un juego del que empiezo a estar harta.
Cuando llego a mi cuarto me siento en la cama y saco mi móvil del bolsillo, ha llegado el momento de hacer una llamada.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora