•Capitulo cuarenta y nueve•

470 21 0
                                    

Julia
—¡No me puedo creer que tus padres conocieran a Carlos! —exclama Jorge —¿y que dijeron?
—Nada, no les conté la verdad.
—¡Julia! ¿Por qué no?
—Es... complicado.
Llegamos a la salida de la universidad después de haber terminado la última clase del viernes; Carlos está en el mismo sitio de siempre, esperándome mientras mira a la gente pasar.
—¿Como has llegado a enamorarte de él? —pregunta mi amigo frunciendo un poco el ceño, se que esta intentando que Carlos le caiga bien pero por ahora no lo está consiguiendo.
—Pues no lo sé, supongo que estaba destinada a salir con él a pesar de todo.
—No se... lo veo un poco serio.
No puedo evitar soltar una carcajada.
—Conmigo no es así.
—Claro, es que yo le caigo mal.
—Os vais a acabar llevando bien, ya verás —y después de darle un abrazo de despedida camino hacia donde está Carlos y le doy un beso en la mejilla.
—Mira que alegre vienes, seguro que te has puesto así al verme.
—Eres un exagerado —respondo dándole un suave golpe en el hombro.
Comenzamos a caminar como todos los días, me hace gracia recordar cuando odiaba tener que hacer este trayecto con Carlos, y ahora es una de las cosas que más me gusta hacer.
—Creo que los chicos están pensando en salir de fiesta hoy —comenta cuando nos queda la mitad del camino.
—Hace mucho que no salimos...
Y es verdad, con todo el ajetreo de estas últimas semanas ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que pisé una discoteca.
—Creo que puede estar bien ir, así nos olvidamos de todo un rato.
—De acuerdo... pero no te vayas a emborrachar —comento en broma.
—¿Perdona? ¿Quien bebió más de la cuenta la última vez? —me hace muchísima gracia verlo tan indignado.
—Yo no desde luego.
Carlos empieza a sacudirme el pelo y yo le aparto las manos intentando que pare, ahora el que ríe es él.
De repente se me ocurre una idea que digo antes de pensarla con detenimiento.
—¿Podemos invitar a Jorge?
—¿A tu amigo? ¿Por que? —es su expresión se ve perfectamente que no quiere que venga.
—Hace mucho que no quedó con el... ademas, estaría bien que empezaseis a llevaros mejor.
—Pero si no conoce a nadie...
—¡Que dices! Se lleva bastante bien con Miki y Rodrigo, además no va a ser el único que no es de la residencia porque Alba siempre lleva a Natalia.
Se producen unos segundos de silencio en los que yo miro a Carlos con cara de cachorrito, esta noche seria una oportunidad genial para que mi novio y mi mejor amigo se diesen cuenta de que no son tan diferentes.
—De acuerdo... —dice Carlos al fin —es imposible decirte que no cuando pones esa cara.

Llamo a Sergio por última vez antes de irme, hace días que hablé con él y aún no he recibido ninguna noticia suya cosa que me está empezando a poner nerviosa.
Miro la hora en mi móvil; hace un par de minutos que debería haber bajado a la entrada de la residencia, donde hemos quedado todos para salir esta noche, debo darme prisa.
Cojo mi bolso y me dirijo hacia el ascensor, cuando llego veo a Rodrigo y Marta hablando con Carlos, ellos van a ir conmigo en el coche de Jorge mientras que Miki, María y Alba van con Natalia.
—¡Siempre llegas tarde! —exclama mi hermano cuando me ve llegar.
—Lo siento, pero no puedo evitarlo —contesto mirando un nuevo mensaje que me ha llegado al móvil —Jorge dice que está fuera, vamos.
Salimos y efectivamente vemos a mi amigo con el coche aparcado justo en frente nuestra; me monto en el asiento de mi copiloto y los demás se ponen atrás, el ambiente sería cómodo si no fuera por las miradas que se han lanzado Carlos y Jorge.
—¿Sabes llegar? —le pregunto a mi amigo.
—¡Pues claro! Me conozco cada esquina de Madrid.
Le sonrío y puedo ver por el rabillo del ojos como Carlos nos mira bastante serio, me estoy empezando a arrepentir de esto y solo espero que la noche acabe medianamente bien.

A penas hablamos en los veinte minutos que dura el trayecto, Rodrigo intenta hacer bromas pero ninguno le prestamos mucha atención. Cuando llegamos el resto del grupo nos esta esperando en la puerta de la discoteca para entrar, Alba a traído a Natalia y María a una amiga suya que se presenta como Africa.
El lugar que hemos elegido esta noche es el mismo al que fuimos la primera vez que salimos de fiesta por Madrid por lo que todos lo conocemos ya, así que hay menos posibilidades de perdernos entre la multitud y no saber llegar a la salida.
A pesar de eso noto como Carlos me da la mano cuando vamos a pedir las bebidas, no se si lo hace porque no quiere perderme de vista o porque está Jorge pero prefiero no pensarlo.
Cuando ya tenemos todo lo que hemos perdido Carlos, Jorge, Miki, María y yo nos sentamos en unos sillones para hablar un rato; yo estoy entre Maria y  Carlos, con Jorge justo en frente.
Nos pasamos la siguiente hora hablando entre bromas y risas, el ambiente empieza a ser más cómodo ya que Jorge se lleva increíblemente bien con Miki y no parar de encontrar gustos que tienen en común; Carlos por su parte está especialmente cariñoso conmigo, no para de darme abrazos y besos, a mí no me importa, pero no sé si a mi amigo le molestará.
—¿Que te ha dado hoy que estás tan apegado? —le pregunto en broma.
—Será el alcohol —contesta encogiéndose de hombros.
De repente veo que su sonrisa desaparece y se empieza a poner muy serio, está mirando a algo detrás mía.
—¿Que pasa? —intento encontrar que es lo que está viendo pero hay demasiada gente.
—Los matones están aquí... y creo que nos están buscando.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora