•Capitulo veinticinco•

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Carlos
Cuando me despierto por primera vez en mi casa de Barcelona tardo unos segundos en darme cuenta de donde estoy; ya es de día y tengo la sensación de que es bastante tarde, ayer me quedé hasta casi las dos de la mañana hablando con Julia por teléfono por lo que probablemente ahora sea casi medio día.
Decido bajar a la cocina para hacerme algo de comer ya que tengo bastante hambre, mi padre está sentado en la mesa del comedor leyendo el periódico con el semblante serio de siempre.
—Ya era hora de que te despertaras —dice levantando la vista —tu madre ha salido a comprar.
—Vale —respondo sentándome en frente suya, creo que este es el mejor momento para hablar con él —tengo que decirte algo.
—No pienso pagar ni un céntimo —contesta soltando el periódico y mirándome fijamente, lo que me hace titubear un poco, mi padre da un poco de miedo.
—El otro día me dieron una paliza ¿te da igual?
—No me da igual, pero tienes que aprender a solucionar tus problemas solito.
—¡Pero si no son mis problemas! —exclamo frustrado.
—¡No me levantes la voz! Son tus problemas y punto, yo no pienso pagar así que busca el dinero.
Me quedo en silencio sin saber que decir, a mi padre le da igual lo que me pase, solo piensa en el, a lo mejor muero por su culpa...
—Hablemos de otro tema —comienza el después de unos segundos en los que no decimos nada —no sé si alguna vez te he contado que en la residencia me enamoré de una chica.
—Nunca me has hablado de ese tema, ¿que pasa con ella? —pregunto intrigado de que me hable de la madre de Julia.
—Un idiota me la robó, pero justo ayer vi a su hija, creo que tiene tu edad.
—No se —respondo fingiendo indiferencia.
—No me mientas Carlos, la chica te miro con una sonrisa cuando se iba.
Mierda, a mi padre es imposible mentirle, es demasiado listo y se da cuenta de todo.
—Julia se llama, pero no me llevo mucho con ella.
No quiero contarle más de ella, Julia no puede tener ningún tipo de relación con mi padre, es demasiado peligroso.
—Bien, pues quiero que me hagas un favor.
—¿Que favor? —pregunto temiéndome lo peor.
—Hazle daño —mi padre la lanza una rápida mirada a la puerta para asegurarse de que no está mi madre y después se dirige a mi —enamórala y luego rómpele el corazón.
—Papá no voy a hacer eso, ella no tiene culpa de nada.
—¿Quieres el dinero? Pues hazlo.
—No me puedes chantajear de esta manera —exclamo levantándome de la silla.
—Pero si te lo estoy poniendo muy fácil, se te da bien enamorar a las chicas y luego para romperle el corazón solo tienes que cortar con ella de una manera dura.
No le contesto y simplemente me dirijo hacia la puerta, quiero salir de aquí.
—Esa es la única solución que tienes para no morir —escucho que dice antes de que salga.

Julia
Llego a mi casa después de estar toda la mañana con mis amigos de Cádiz, hemos ido a la playa y después fuimos a dar un paseo por el centro, echaba de menos estas cosas.
No he hablado en todo el día con Carlos, como ayer estuvimos hablando hasta tarde supongo que se habrá levantado tarde y ahora estará medio dormido, así que lo llamaré después de comer.
Cuando entro veo que Rodrigo ya ha llegado y que mis padres están preparando la comida, los saludo y me dirijo hacia el comedor para poner la mesa, Rodrigo me imita y cuando terminamos la comida ya está hecha.
Después de comer me voy directa a mi habitación, ya si que si Carlos debería estar despierto y quiero hablar con él.
Pulso el botón de videollamada y apoyo el móvil en una lámpara que hay en mi escritorio, espero un par de minutos y luego veo su cara, el muy flojo sigue en pijama y está muy despeinado.
—¿Así es como aprovechas tu primer día en Barcelona? ¿Durmiendo? —pregunto riéndome
— Oye ¿quien te dice que estaba durmiendo? me desperté hace unas horas.
—Aún así, eres un dormilón.
—La verdad es que si... ¿Que tal en Cádiz?
—Genial, estoy cumpliendo lo que te prometí ayer.
—Así me gusta, quiero que sonrías.
—¿Y tú que tal por Barcelona?
Carlos se queda callado durante unos segundos, cosa que me extraña ya que parece que está pensando su respuesta.
—Bien... —es todo lo que dice.
—¿Has hablado con tu padre?
—Aún no, pero lo haré, tranquila —responde con una pequeña sonrisa que más bien parece una mueca.
—¿Estas bien? —pregunto preocupada.
—Claro que si, oye, te tengo que dejar... luego te llamo.
Y dicho esto cuelga.

Carlos
Le cuelgo a Julia por dos cosas, la primera porque me horroriza mentirle a la cara y la segunda porque he escuchado pasos al otro lado de mi habitación, y no se quien es.
Me acerco a abrir la puerta y cuando lo hago me encuentro a mi padre apoyado en la pared del pasillo.
—¿Con quien hablabas? —pregunta cuando me ve.
Mi padre tiene la obsesión de saber absolutamente todo de mí, con quien estoy, a donde voy y hasta lo que hago cuando salgo, todo.
—Con un amigo.
—La voz que yo escuchaba era más bien de chica.
—¿Me estabas espiando?
—Dame el móvil —dice el ignorado mi pregunta.
Dirijo mi mirada a mi mano, donde sujeto mi teléfono, no quiero dárselo pero sé que si no lo hago las consecuencias serán peores, así que se lo tiendo y él lo desbloquea.
—Videollamada con Julia... al parecer te llevas más con ella de lo que me has contado.
—Somos buenos amigos —respondo intentado aguantarme las ganas de llorar.
La única cosa que quiero es que Julia no tenga relación con mi padre, y no lo estoy consiguiendo.
—Hablas con ella todos los días, y la tienes agregada con un corazón, yo creo que más bien es tu novia.
Esto no puede ser real... mi padre no puede saber la verdad...
—Papá, no voy a cortar con ella, la quiero de verdad, es de lo mejor que me ha pasado.
—Una pena que si no lo haces no le puedas dar el dinero a los matones.
Me giro sobre mí mismo y entro en mi habitación cerrando la puerta, esta situación me está sobrepasando.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora