•Capitulo catorce•

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Julia
El sonido de alguien llamándome me despierta, me duele muchísimo la cabeza y estoy sudando, me cuesta alcanzar el móvil pero al conseguirlo descuelgo enseguida.
—Julia, ¿donde estas? Tenemos que ir a clase —escucho decir a Carlos.
—No me encuentro muy bien...
—¿Has cogido el virus? Voy para tu habitación.
Antes de que pueda responder me cuelga y a los pocos minutos escucho unos golpes en mi puerta.
Al incorporarme de la cama todo me da vueltas y me cuesta bastante caminar por lo que tardo un poco en llegar, cuando abro me encuentro con Carlos mirándome preocupado.
—Estas fatal —dice poniendo una de  sus manos en mi frente —y además tienes fiebre, túmbate de nuevo.
Andamos en dirección a la cama, estoy muy mareada pero Carlos me sujeta para que no me caiga y cuando me tumbo él se sienta a mi lado y me acaricia el pelo.
—Vas a llegar tarde a clase —digo intentado que no se me cierren los ojos.
—Como si fuese a ir.
—Pero vas a perder explicaciones.
—Como si me pierdo un examen, me voy a quedar aquí contigo.
No puedo evitar sonreír, Carlos es una de las mejores personas que conozco.
—Voy a bajar a pedir una pastilla, ya saben cual es porque media residencia está igual que tú así que no tardaré mucho.
—No te vayas... —digo al ver que se levanta —me encuentro muy mal.
—Tardo tres minutos contados, te lo prometo —contesta el dándome un corto beso en la frente.
No lo escucho irse, la verdad es que no soy muy consciente de lo que está pasando a mi alrededor, a penas puedo mantener los ojos abiertos y los oídos me pitan muchísimo. No se cuanto tiempo pasa cuando noto que alguien se sienta a mi lado, escucho la voz de Carlos hablarme pero no consigo captar todo lo que me dice.
—Te he traído la pastilla... aquí tienes agua... no te duermas... te va a subir la fiebre.
De repente tira de mi brazo suavemente haciendo que me incorpore un poco, pero yo quiero estar tumbada.
—Déjame dormir —digo un poco molesta.
—Pues claro que te dejo dormir, pero primero tomate la pastilla.
A regañadientes hago lo que me dice y cuando me suelta vuelvo a posar mi cabeza en la almohada y cierro los ojos.
—Carlos...
—Dime —contesta el volviéndome a acariciar el pelo, lo que hace que me entre más sueño aun.
—No quiero que te vayas...
—No me voy a ir, nunca me iré.

Abro los ojos lentamente, no se cuanto tiempo ha pasado, Carlos no está al lado mía, se encuentra sentado en la silla del escritorio hablando por teléfono y por su expresión creo que es con la misma persona con la que hablaba cuando se encontró a Jorge, no puedo evitar querer saber quien es.
—Dejadme en paz de una vez, yo no tengo nada que ver —escucho decir a Carlos bastante enfadado —hablad con él, yo me quiero olvidar del tema.
No entiendo absolutamente nada de lo que está diciendo, ¿de que tema habla?
—¡Deberíais amenazarlo a él! Yo no he hecho nada malo... no pienso quedar con vosotros mañana —se produce un silencio de unos segundos en el que a Carlos le cambia la expresión —de acuerdo, a las cinco de la tarde, pero no tengo nada que daros.
Carlos cuelga e inmediatamente yo cierro los ojos para que no me vea, escucho que se acerca a mi y me pone la mano en la frente, ya me encuentro mucho mejor así que supongo que no tengo fiebre.
Decido abrir los ojos poco a poco fingiendo estar despertándome, Carlos parece creérselo porque sonríe al verme.
—¿Que tal te encuentras? —pregunta muy tranquilo, como si no acabase de tener una conversación en la que estaba enfadado.
—Ya mucho mejor —respondo —¿cuanto tiempo he dormido?
—Pues casi dos horas —contesta él soltando una pequeña risa.
A saber cuanto tiempo ha estado hablando por teléfono, y yo dormida... me siento fatal por el.
—¿Y que has hecho en estas dos horas? —pregunto intentando sonar inocente.
—Pues quedarme aquí esperando a que te despertaras.
—¿Solo eso? Que aburrimiento.
—Ver a una chica tan guapa nunca aburre.
Le doy un suave golpe en el hombro, sabe que me da muchísima vergüenza que me diga eso pero él sigue haciéndolo, es tonto.
—¿Tienes hambre? No has comido nada.
—Estoy bien.
—Bueno, voy a bajar a comprarte un sándwich o algo, no te me vayas a desnutrir.
Suelto una carcajada a lo que Carlos responde con una sonrisa, camina hacia la puerta y después de lanzarme un beso se va.
Yo me quedo tumbada en la cama, no se donde está mi teléfono así que me incorporo para buscarlo con la mirada; entonces suena un móvil indicando una llamada, deseo por todos los medios que sea el mío, pero no, es el de Carlos y por mucho que se que lo que estoy haciendo está muy mal no puedo evitar levantarme y cogerlo.
—¿Hola? —pregunto al descolgar.
—¿Quien eres? —dice la voz de un chico.
—¿Quien eres tú?
—¿Donde está Carlos? Le dije que tuviese cuidado con guardar el secreto...
—¿Que secreto?
—Ah, entonces no sabes nada, ¿donde está Carlos?
—No te lo voy a decir hasta que no me digas que te pasa con el.
—Oye a mi me dejas eh, supongo que serás su novia, no me creo que pueda tener una, pero te deseo suerte, sobre todo con el suegro.
—¿Que dices? —pregunto bastante alucinada.
Pero entonces cuelga, no me puedo creer lo que acaba de pasar, no entiendo lo del secreto, ¿y que pasa con el padre de Carlos? Se que estuvo a punto de hacer algo muy malo pero pensaba que no había nada más.
Decido volver a la cama y justo cuando me tumbo Carlos entra con un par de sándwiches y una botella de agua.
—Ala, para que luego me digas mala persona, te he traído hasta dos tipos diferentes de sándwich.
—Eres genial —respondo incorporándome un poco.
Carlos me tiende la comida a la vez que me da un beso en la frente, pero yo no puedo dejar de pensar en lo que acaba de pasar.
Entonces camina hacia donde está su móvil y su expresión cambia.
—Tengo que salir a hacer una llamada...
A Carlos le pasa algo grave y voy a descubrir que es.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora