•Capitulo cincuenta y dos•

478 19 0
                                    

Carlos
Me niego a involucrar al padre de Julis en esto, si ya de por sí me va a odiar cuando sepa quien soy, ¿como va a reaccionar si además tiene que ayudarme?
Julia parece decidida pero la conozco lo suficientemente bien como para saber que bajo ese escudo que se ha formado tiene el mismo miedo que yo.
La miro intentando transmitirle mi desconfianza, pero es demasiado cabezota como para cambiar de opinión llegados a este punto.
—Llamaré a mi padre ahora mismo —dice levantándose para coger su móvil.
En un rápido movimiento cojo su mano haciendo que se pare; tiro de ella y la atraigo hacia mí haciendo que se vuelva a sentar a mi lado.
—No creo que debas hacerlo...
—Entenderá nuestra situación y nos ayudará, entonces podremos denunciar a tu padre y a ti te dejarán en paz.
—Si el tuyo no confía en mí acabaré peor de lo que estoy.
—Es un riesgo que debemos correr...
Julia alcanza mi mano para entrelazar nuestros dedos y me mira fijamente a los ojos, hacía tiempo que no tenía esa sensación de que no existe nada más, todo a mi alrededor se disipa y lo único que veo son sus pupilas, cada vez más cerca... por unos segundos olvido todos mis problemas y solo me centro en ella. Acabamos besándonos lentamente, es un beso tranquilo que no dura mucho, probablemente porque no somos los únicos que estamos en la habitación.
Escucho a Jorge carraspear y me separo de Julia enseguida, aunque no aparto la mirada ella.
—Confía en mi —dice para después darme un corto pico y levantarse con rapidez para que no pueda volver a agarrarla.
Se acerca a Jorge y lo abraza, cosa que pilla de sorpresa a este, pero parece agradarle, siento un ligero ardor en el estómago, sigo pensando que ese tío quiere algo con Julia.
—Muchísimas gracias por todo lo que has hecho, deberías irte a tu residencia y descansar, nosotros nos ocupamos de todo.
Jorge asiente y después de despedirse de mi sale de la habitación junto a Julia.
Me quedo solo y es entonces cuando toda la preocupación vuelve a mi, cada día tengo más claro que van a acabar matándome, no voy a conseguir salir de esta, y ahora mismo lo único que pido es que Julia no sea arrastrada por mí.
Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido del móvil, no puedo evitar poner una mueca al ver quien es.
—¿Papa?
—Hola Carlos, hace tiempo que no me llamas, ¿que tal estas?
—Eh... bien —qué raro, mi padre nunca me pregunta por cómo estoy.
—¿Todo bien por Madrid? ¿Y Julia?
—Julia y yo cortamos, ¿no te acuerdas? —no pienso contarle la verdad.
—Si... cierto... oye hijo, no quiero que hagas nada malo.
—¿Que voy a hacer?
—Pues... ya sabes, tu piensa bien tus acciones que puedes meter en problemas a más de uno.
—No voy a meter en problemas a nadie...
—Eso espero, la policia es muy rápida.
—Si... —No se que contestar, ¿soy yo o mi padre me está pidiendo que no le denuncie?

Julia
Cuelgo el teléfono y entro de nuevo en la habitación de Carlos, lo veo soltar el móvil con una expresión que no logro descifrar.
—¿Todo bien? —pregunto acercándome a él.
—Sí, mi padre me ha llamado para saber como estaba, nada más.
Asiento sin darle mucha importancia al asunto y me dispongo a hablar.
—El mío viene de camino; le he dicho que tengo algo importante que decirle.
—¿Y no se ha asustado?
—Un poco, pero es la única forma de tenerlo aquí cuanto antes.
Puedo ver en los ojos de Carlos lo poco que le convence esta idea, entiendo que esté asustado pero algo me dice que esta vez es la definitiva y que todo va a salir bien, solo tengo que tener el valor suficiente para convencer a mi padre de que Carlos es un buen chico.
La voz de Carlos interrumpe mis pensamientos.
—¿Y que hacemos hasta que tu padre llegue?
—Esperar —respondo encogiéndome de hombros — tardará unas cuatro horas en llegar.
—En cuatro horas da tiempo a muchas cosas —su sonrisa de siempre vuelve a aparecer, ¿como es capaz de cambiar de animo en segundos?
—Pues si... —respondo siguiéndole el juego —podríamos dormir un poco más ahora que Jorge se ha ido.
—A mí se me ha ido todo el sueño...
—Pues yo estoy cansada... —camino hacia la cama y me siento justo al lado suya lo más lejos posible.
—Pues yo te veo bastante despierta —Carlos se acerca unos centímetros y yo sin ser a penas consciente hago lo mismo.
Fijo mi vista en sus ojos que han pasado de tener una mirada triste a una mucho más intensa; noto un cosquilleo en el estómago y esta vez no es por miedo.
Cada vez estamos más cerca, llega un punto en el que nuestras narices casi se rozan y ahí es cuando pierdo todo mi autocontrol.
—Quizá pueda esperar un rato para dormir —digo antes de lanzarme a sus labios en un beso que no cesa hasta que nuestros pulmones necesitan aire.
Antes de que pueda reaccionar Carlos rodea mi cintura con sus manos acercándome más a él, continuamos besándonos y entonces me doy cuenta de que esta es una buena manera de descargar todo el estrés acumulado; pero necesito más.
No tardo mucho en agarrar el borde de la camiseta de Carlos y levantársela hasta que se la quito por completo lo miro y veo que está sonriendo; hace una hora estábamos a punto de llorar de la desesperación y ahora todo lo contrario. Esto es un cachondeo.
Continuamos besándonos mientras nos desprendemos poco a poco de la ropa. Se me han olvidado todos los problemas, literalmente no pienso en otra cosa que no sea Carlos y el hecho de que cada vez tengo más calor.
—Estoy debería ser una rutina diaria —dice alejándose de mí para coger un paquetito del caños de su mesilla de noche.
—Me parece bien —es todo lo que alcanzo a responder antes de volver a besarlo.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora