•Capitulo veinte•

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Julia
Abro los ojos poco a poco debido a la luz que se filtra a través de la ventana. Lo primero que veo es a Carlos dormido, se le ve tranquilo, nada comparado con ayer por la noche, aunque se que sus nervios volverán cuando se despierte.
Me fijo en el pequeño corte que tiene en la frente, ya está mucho mejor y probablemente no le deje más que una pequeña cicatriz, necesito saber como ha hecho eso.
Me levanto con cuidado de no despertarlo, pero al parecer no soy lo suficientemente cuidadosa porque Carlos pega un pequeño bote y abre los ojos.
—¡Lo siento! No quería despertarte.
—No es tu culpa, esta noche me he despertado bastantes veces y no has hecho ruido —contesta el poniéndose serio.
No puedo evitar mirarlo con pena, siento que la persona que tengo delante no es el Carlos alegre y divertido que conozco de siempre, si no todo lo contrario, y eso me entristece muchísimo, no quiero que esté así.
—No me mires con esa cara —dice con una pequeña sonrisa que más bien parece una mueca —anda ven aquí.
Carlos tira de mi mano haciendo que me acerque a él para abrazarlo, entierro mi cabeza en su cuello y cierro los ojos, no debo llorar ahora mismo pero no me faltan las ganas.
—¿Vamos a la azotea? —pregunta Carlos cuando nos separamos.
—¿A la azotea?
—Tengo algo que contarte y prefiero que sea allí.

Unos minutos más tarde ya estoy vestida y peinada, y camino junto a Carlos en dirección a nuestro destino.
Cuando llegamos nos dirigimos a la esquina de siempre, me siento en el suelo y él hace lo mismo, se toma unos segundos antes de empezar a hablar, como si estuviera escogiendo las palabras.
—Te mentí en todo lo que te dije sobre las llamadas, lo siento.
—Imagino que lo harías por una buena razón —respondo yo intentando parecer tranquila.
—Así es, estoy metido en algunos líos y no quiero arrastrarte conmigo.
—¿Que líos? Explícate.
—Es una historia complicada...
—Tengo todo el tiempo del mundo.
Pasan unos segundos en los que ninguno habla y cada vez estoy mas nerviosa, no me puedo imaginar que le pasa a Carlos.
—Bueno... los líos no son míos, son de mi padre, él ha hecho cosas... cosas bastante feas que será mejor no recordar.
—Pensaba que lo más fuerte que había hecho tu padre fue intentar matar al mío.
—Pues no... el caso es que hay tres chicos, Marcos, Beltrán y Sergio, ellos lo saben todo, no me preguntes cómo pero lo saben, y tienen pruebas.
—¿Y que tienes tu que ver en esto?
—A cambio de su silencio mi padre les tiene que dar dinero, estos últimos meses ha decidido no pagarles y como ellos le tienen miedo a mi padre soy yo el que paga las consecuencias.
—¡Eso es muy injusto! —exclamo sorprendida.
—Lo se, pero no puedo hacer nada, ya he hablado con mi padre y parece darle igual lo que me pase.
—¿Y que vas a hacer?
—Pues no lo sé, tengo que conseguir una solución antes del verano o...
—¿O...?
Carlos se encoge de hombros, puedo ver el miedo en sus ojos.
—Ya sabes lo que pasa si no le haces caso a unos matones, a ellos les da igual a quien se tienen que llevar por delante.

Llevo todo el día sin despegarme de Carlos, tengo miedo de que le pase algo a pesar de que él me ha dicho que por ahora está seguro ya que esos chicos necesitan el dinero, pero aún así tengo miedo.
Carlos no me ha querido contar nada de lo que ha hecho su padre, pero estoy segura de que más de una cosa está relacionada con el, ese hombre debería ir a la cárcel como mínimo.
—¿En que piensas? —pregunta Carlos apoyando su cabeza en mi hombro.
Llevamos todo el día en la azotea, por muy irónico que parezca este se ha convertido en nuestro lugar de reunión y sinceramente me encanta, aquí nunca sube nadie por lo que podemos estar tranquilos.
—En que mañana es lunes y no quiero ir a la universidad —miento.
—Tu tienes que ir a la universidad pero yo además tengo el examen de inglés.
—¡Es verdad! —exclamo —¡ no me acordaba!
Me levanto de un salto y miro a Carlos cruzándome de brazos.
—Tienes que repasar, vamos.
—¿Ahora? —pregunta resoplando —no me apetece...
—¿Quieres aprobar? Pues venga, levántate.
—¿Enserio te apetece ponerte a explicarme ahora? — dice Carlos poniéndose de pie y acercándose a mi —¿no prefieres hacer otra cosa?
Carlos se acerca tanto a mi que tengo que dar unos pasos para atrás, el ambiente ha cambiado completamente, hace unos minutos los dos estábamos bastante tristes, y ahora... no tanto.
—Esto no es lo que yo quiera o no hacer —respondo intentando no ponerme nerviosa — se trata de lo que es mejor para ti.
— Lo mejor para mí es estar contigo.
Mi espalda choca con el bordillo de la azotea, no tengo escapatoria, Carlos apoya sus manos a ambos lados de mi, ahora sí que estoy atrapada.
—Vas a suspender por culpa de que eres tonto.
—¿Soy tonto? —pregunta poniendo cara de pena.
— Si, si que lo eres.
—Y yo que pensaba que era el novio perfecto...
Nos quedamos sin decir nada durante unos segundos, no puedo evitar alternar mi mirada de sus labios a sus ojos, y él hace lo mismo.
—Me encanta ver cómo te pones nerviosa cuando me acerco a ti —dice Carlos en un susurro, mirándome con una sonrisa pícara.
Y por fin me besa, y entonces lo entiendo, quizá lo que necesita ahora es esto, un beso en la azotea mientras que anochece, quizá eso le haga sentirse seguro, sentir me que tiene para todo lo que necesite, a la mierda las clases de inglés y a la mierda todo, puedo quedarme con él hasta la madrugada explicándole lo que necesite, pero ahora lo que necesita es saber que no me voy a ir, y se lo tengo que demostrar.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora