•Capitulo cuarenta y seis•

454 18 4
                                    

Julia
Bajamos en el ascensor y unos segundos más tarde ya estamos en la entrada, donde Marta y Rodrigo nos esperan sentados en unos sofás.
—¿Nervioso? —pregunta mi hermano a Carlos.
—Bastante.
—La verdad es que tienes un buen lío encima, ser el hijo de la persona que más odia nuestro padre...
—¡Rodrigo! —exclamo dándole un codazo a mi hermano —¡no ayudas!
—Perdón...
Ruedo los ojos, este niño es idiota; no sé cómo Marta puede estar tan enamorada de él.
Justo en ese momento las puertas de la entrada se abren y mis padres entran con una enorme sonrisa.
—¡Mis niños! —exclama mi madre antes de abrazarnos; mi padre llega justo detrás.
—Hola Marta —dice él dándole dos besos —¿y tú quien eres? —pregunta dirigiéndose a Carlos.
—El es Carlos... —digo dándole la mano a mi novio —estoy saliendo con él.
Se forman unos segundos de silencio en los que el corazón me va a mil, quizá esto no ha sido buena idea...
—¡Encantado! —dice mi padre con una sonrisa —yo soy Manuel.
—Eh... encantado —responde Carlos.
No me puedo creer que mi padre no lo reconozca, ¡no sabe quien es!
—Que guapo eres Carlos —dice mi madre dándole dos besos, a lo que él sonríe y puedo ver que se pone un poco rojo.
Me fijo en que Rodrigo está tapándose la boca para aguantar la risa, realmente esta situación es patética; y está ocurriendo lo último que me esperaba. Mis padres no reconocen a Carlos.
—Bueno —comienza mi madre —yo creo que deberíamos irnos a comer los seis, ¡una cita triple!
Dios mío, esto se nos está yendo de las manos.
Miro a Carlos quien me devuelve la mirada encogiéndose de hombros, quedaría demasiado mal decir que no queremos ir, aunque sea lo que más desee ahora mismo.
—Vale —respondo —voy a subir a coger el bolso y una chaqueta y enseguida nos vamos... ¿me acompañas? —pregunto a Carlos.
—Claro —responde y juntos caminamos hacia el ascensor.
Rodrigo y Marta también vienen con nosotros; mi hermano no se para de reír y me está empezando a poner de los nervios.
—¿Piensas decirle a mamá quien es Carlos? —me pregunta justo antes de llegar a nuestra planta.
—Pues... no lo sé.
—Te estas metiendo en un lío mucho mas grande. Si se enteran más tarde se enfadarán más.
Justo en ese momento las puertas del ascensor se abren y lo cuatro salimos; yo me dirijo a mi habitación sin contestarle nada a mi hermano, me está empezando a poner nerviosa, es demasiado metomentodo.
Entro en mi cuarto y me dirijo a mi armario para coger una chaqueta, en realidad no tengo frío pero hay que disimular; Carlos entra detrás mía y se apoya en la pared.
—En realidad no ha salido tan mal —comenta.
—Claro, porque saben la verdad a medias.
—Ya.... pero parece que les caigo bien.
—¿Como les vas a caer mal? —contesto acercándome a él para darle un abrazo.
Solo espero que les caiga igual de bien cuando les cuente la verdad.

Cuando llegamos a la entrada Rodrigo, Marta y mis padres nos están esperando mientras hablan animadamente; es increíble lo relajada que se le ve a Marta con mi familia... ojalá pudiera decir lo mismo de Carlos.
—¡Por fin llegáis! —exclama Rodrigo —hemos decidido ir a un restaurante por aquí cerca, para poder llegar hasta él andando.
—Vale, genial —respondo para después empezar a caminar.
Mi madre habla con Marta y Rodrigo, por lo que por desgracia es mi padre el que le saca conversación a Carlos.
—Y...¿de donde eres?
—De Barcelona, Esplugues de Llobregat.
Veo como mi padre frunce el ceño y una sensación de temor invade todo mi cuerpo, me está empezando a doler la barriga; Carlos podría haberse ahorrado el lugar concreto.
— Pues la verdad es que no conozco a nadie de allí —genial, ahora el que miente también es mi padre.
Carlos me lanza una mirada cargada de miedo, yo estoy igual, por una parte quiero contar la verdad, pero por otra... no quiero que mi padre se enfade conmigo.
—¿Y por qué has venido a estudiar a esta residencia? —eso significa que está empezando a sospechar.
—Me hablaron bien de ella.
Respiro aliviada, Carlos ha dicho la verdad, solo que no ha entrado en detalles; y por suerte eso parece convencer a mi padre porque no vuelve a preguntar nada más en todo el trayecto.
Por fin llegamos a un restaurante muy típico en Madrid, es temprano por lo que no está muy lleno; así que cogemos mesa enseguida.
—Cariño... —dice mi madre llamando mi atención cuando el camarero se ha ido —no nos habéis contado nada de si habéis visto alguna vez al hijo De Santiago.
En ese momento Rodrigo casi escupe el agua, y yo solo quiero que me trague la tierra. Tengo muchísimo calor.
—Pues... alguna que otra vez.
—¿Y como es? —pregunta mi padre bastante interesado.
—¿A que viene eso? —contraataco.
—Curiosidad.
Vale, creo que ahora es el momento para contarles toda la verdad, deben saberlo, no puedo estar así toda la vida, en algún momento lo tienen que saber y ha llegado la hora.
—Mamá, papá —digo notando como se me forma un nudo en la garganta.
—¡Aquí tienen su comida! —exclama el camarero acercándose a nosotros y sirviéndonos los platos a cada uno.
Suspiro frustrada, acabo de perder una oportunidad perfecta.
Noto como Carlos pone su mano en mi pierna intentando transmitirme confianza, él está igual de desesperado que yo.

La comida continúa y en ningún momento consigo hablar con mis padres, esto es más difícil de lo que pensaba y cada vez estoy más desesperada.
—Voy al baño —digo levantándome y dirigiéndome a la pequeña puerta que está en el otro lado del restaurante.
Mi móvil suena y lo saco del bolso esperando encontrarme un mensaje de Marilia. Pero no es ella.
Es Sergio.
||Sergio||: Solo te diré esto: ten cuidado.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora