•Capitulo dieciseis•

744 32 20
                                    

Julia
Mi alarma suena indicándome que me tengo que levantar, rápidamente me visto, me maquillo un poco y bajo para desayunar en un viernes mas de la semana.
Por el camino me encuentro a Rodrigo, que me mira con una sonrisa y sé perfectamente que le pasa. Desde que me puse enferma está convencido de que Carlos y yo estamos saliendo ya que no nos vio a ninguno en todo el día y supuso que Carlos estaría conmigo en la habitación.
No digo que no tenga razón, pero debería dejarme en paz, yo no me meto en su relación con Marta  y si no le cuento la verdad es porque me da miedo que pueda decírselo a mis padres.
Llegamos al comedor y vemos que están todos desayunando así que después de coger nuestra comida nos sentamos con ellos; yo estoy entre Alba y Maria y tengo a Carlos justo en frente.
—Siempre llegas la última —dice Carlos mirándome con una sonrisa.
—Igual que Rodrigo, no me eches solo  la culpa a mi —contesto intentado parecer seria para que los demás no noten nada.
—Si no fuese por mi llegarías tarde a la universidad todos los días...
Al parecer hoy Carlos está gracioso y por más que intento no seguirle el juego me es imposible quedarme callada.
—Seguro que llegaría hasta antes, porque tú andas muy lento.
—¡Que dices! Si la que anda lento eres tú —exclama bastante indignado.
No puedo evitar reírme al verlo así; los demás nos están mirando bastante sorprendidos ya que todos piensan que nos odiamos.
—¿Desde cuando os lleváis bien? —pregunta Rodrigo.
—¿Desde cuando eres un detective? Déjame en paz.
Miki aprovecha los segundos de silencio que se forman para cambiar de tema(cosa que agradezco bastante) así que continuamos hablando de diferentes temas aleatorios en los que yo a penas participo porque estoy muy pendiente de la persona que está en frente mía ya que no aparta la mirada de mi.
Después de un rato Carlos y yo nos levantamos ya que somos los primeros en tenernos que ir así que nos  dirigimos hacia las habitaciones para coger nuestras mochilas, como hacemos siempre.
Estoy a punto de abrir la mía cuando noto que Carlos me coge del brazo haciéndome girar para quedar cara cara a él.
Nos quedamos unos segundos en silencio, solo nos miramos y ya solo eso me produce muchísimos nervios aunque no quiera. Finalmente Carlos junta sus labios con los míos y nos besamos hasta que nos quedamos sin aire.
—Hoy estas muy raro, ¿que te pasa? —pregunto mientras que él vuelve a intentarme besar.
—No quiero ir a la universidad...hagamos pellas.
Niego con la cabeza, ya he faltado un dia esta semana por culpa de encontrarme mal y tengo apuntes que copiar.
—Va Juls, tengo preparado un plan perfecto para los dos solos, además como todos están en clase nadie nos va a ver.
—No puedo faltar otro dia.
Carlos suspira algo decepcionado y vuelve a acercar su cara a la mía a pocos milímetros, de nuevo me quedo hipnotizada esperando a que me bese, pero no lo hace.
—De acuerdo —dice separándose — pues vámonos a clase.
Lo miro frunciendo el ceño, a él parece divertirle esta situación pero a mí me da muchísima rabia, sabe lo que quiero y no me lo va a dar hasta que no acepte su propuesta.
—Estas haciendo trampas —digo cruzándome de brazos.
—¿Por qué? Si no he hecho nada.
—Exactamente eso, no has hecho nada.
Empezamos una lucha de miradas, ninguno de los dos tenemos intención de movernos, no puedo evitar morderme el labio al verlo así de juguetón, quiero besarlo.
—Está bien —respondo a final —iré contigo pero espero que merezca la pena.
—Tranquila, te vas a divertir.

—¿Me vas a decir ya a donde vamos? —pregunto por enésima vez.
—Te he dicho que no —contesta Carlos revolviéndome el pelo —eres una pesada.
Nos encontramos montados en el metro, llevamos más de media hora y sinceramente no tengo ni la más remota idea a donde vamos. Veo la pantalla del metro anunciar diferentes calles y no conozco ninguna.
—Aquí nos tenemos que bajar —dice Carlos levantándose.
—¿Por qué siempre tienes que tener algún secreto? —pregunto, y Carlos suelta una carcajada —¿haces esto con todas tus novias?
—La verdad es que no, tú eres especial.
—¿A si? —pregunto intentando no ponerme roja —¿y por que?
—Ya te lo dije, tienes algo. Además estas muy mona cuando te pones tan roja.
Me tapo la cara con las manos muerta de vergüenza y escucho a Carlos reírse para después notar como me abraza.
—Eres tonto.
—A ver si me dices lo mismo cuando veas a donde vamos.
—¿Por qué no me lo cuentas ahora? —pregunto poniendo cara de pena.
—¿Sabes lo que es una sorpresa? Pues eso, vamos, tenemos que coger un taxi.
—¿Un taxi?
—El sitio a donde vamos está a las afueras de la ciudad.
—Ahora si que no tengo ni idea de que puede ser.
Carlos suelta una carcajada y no dice nada más, yo por mi parte me estoy estrujando los sesos para adivinar que será lo que dice.
Cuando nos montamos en el taxi Carlos le indica al conductor una dirección que obviamente no conozco, unos veinte minutos más tarde el coche para en lo que entiendo que son las afueras.
—Vale, cierra los ojos.
—Esto no es justo —contesto haciéndole caso.
Me agarro al brazo de Carlos y empezamos a caminar, escucho muchas voces pero no consigo entender nada.
—¿Que pasaría si ahora hiciera que te chocases contra un árbol?
—Que te mataría —digo apretándome mas el brazo.
—¡Ay! Que fuerza tienes.
Carlos empieza a hacerme cosquillas y yo por acto reflejo abro los ojos intentando apartarme. Me quedo paralizada en cuanto veo lo que hay en frente mia.
—¿Me has traído a un parque de atracciones?
—A Rodrigo se le escapó el otro día que te encantaban —dice Carlos rodeando mi cintura con sus brazos y colocando su barbilla en mi hombro —pensé que podía estar bien pasar un día aquí.
No puedo sonreír mas, Carlos es el chico perfecto, se entera de que algo me gusta y enseguida quiere hacerlo.
—Eres genial —digo girándome para darle un corto beso en los labios.
—Creo que me merezco un beso más largo... —contesta poniendo cara de pena.
—Tendrás muchos durante el día de hoy.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora