•Capitulo quince•

731 28 14
                                    

Julia
Carlos regresa a la habitación unos diez minutos más tarde y de nuevo trae esa sonrisa despreocupada, como si nada pasara.
—¿Estas bien? —pregunto casi sin darme cuenta.
—¿Por qué iba a estar mal?
Lo miro levantando una ceja, no le sirve de nada hacerse el tonto y él parece notarlo porque se sienta a mi lado mientras suspira.
—No pasa nada de verdad.
—Si que pasa, yo solo quiero ayudarte.
—Te prometo que si estoy muy mal te pediré ayuda.
—¿Y si estas mal pero sin él muy?
Carlos se queda callado y dirige su vista hacia el suelo, yo le cojo una de las manos en señal de apoyo.
—Puedes confiar en mi.
—Lo se y no lo dudo, pero ya te lo dije, tú eres parte de mis cosas buenas y quiero que eso sea así.
—Eres un cabezota, pero conseguiré averiguar tu secreto.
—Suerte intentándolo —dice el de broma.
Lo que Carlos no sabe es que sé cuales son sus planes para mañana, ha quedado a las cinco en algún sitio así que lo único que tengo que hacer es seguirlo, parezco una loca, pero algo en mi me dice que a Carlos le pasa algo grave, y pienso averiguarlo.

Cuatro de la tarde, estoy mirando por la ventana de mi habitación para ver si Carlos sale, me siento como en una película, nunca pensé que acabaría siguiendo a alguien para descubrir que le pasa, pero siento que tengo que hacerlo, por el.
Llevo todo el día pensando en el tema, es irónico que haya querido alejarme de Carlos y sus problemas y al final haya acabado saliendo con él y queriéndome enterar de que le pasa, la vida es una locura.
Salgo de mis pensamientos cuando veo a una figura caminar tranquilamente por la calle, es Carlos.
Bajo rápidamente para no perderlo de vista, lo veo cruzando un paso de cebra así que decido mantenerme a una distancia prudencial para que no me vea, si no me escondo bien puedo provocar que se enfade conmigo muchísimo.
Seguimos caminando un buen rato, me voy camuflando entre la gente  y cuando los semáforos se ponen en rojo tengo que pararme en cafeterías para no tener que acercarme mucho a él.
Pasan unos quince minutos hasta que llegamos a lo que parece un parque, solo que a penas hay nadie, me fijo en unos niños jugando en un pequeño parque y en unas personas mayores leyendo el periódico.
Carlos camina por un sendero de tierra durante un par de minutos y después se desvía para meterse entre algunos árboles.
Ahora si que parece todo de película, intento caminar detrás suya pero entre tantos arbustos acabo perdiéndolo de vista y después de estar unos minutos intentando volver a encontrarlo decido que lo mejor es volver al sendero, y eso es lo que hago, pero muerta de rabia, no voy a volver a tener una oportunidad como esta, y la he perdido.
Vuelvo a caminar para salir del parque y llegar hasta la residencia; de repente alguien me toca el hombro y me giro, no me puedo creer quien es.
—¿Que haces aquí? —pregunta Carlos.

Casi me da un infarto del susto que me pega, pienso que está muy enfadado conmigo pero sorprendentemente me está mirando con una sonrisa.
—Estaba dando una vuelta...
—¿Desde cuando conoces este sitio?
—Estaba explorando.
Carlos suelta una carcajada y yo lo miro extrañada, se supone que debería estar enfadado conmigo, en cambio esta situación parece divertirle.
—Te he visto seguirme traviesilla...
Mierda, soy estupida, no he sentido más vergüenza en mi vida, creo que si tuviéramos que comparar un tomate con mi cara ahora mismo serían iguales.
—¡No te pongas tan roja! Me alaga que te preocupes tanto por mi...
No se muy bien que contestar así que me limito a cruzarme de brazos y a rezar porque la tierra me trague.
—Como te veo bastante interesada te contaré lo que me pasa.
—¡Enserio! —exclamo sorprendida.
Carlos asiente y me indica con la cabeza que le siga. Caminamos por todo el parque hasta llegar a unos bancos alejados de todo el mundo, nos sentamos uno al lado del otro, no me puedo creer como está tan relajado, me va a contar su secreto.
—Las llamadas son de un amigo mío, es un pesado...
Lo que dice me deja bastante extrañada, no me esperaba eso para nada.
—Lleva muchísimos días llamándome para quedar y me tenía harto —continúa diciendo Carlos —al final he accedido porque no me dejaba en paz.
—¿Eso es todo? ¿Y por que no me lo contabas?
—Ese chaval estaba metido en las drogas y no quiero que pienses que soy como el.
No me puedo creer que haya organizado este seguimiento durante quince minutos para una tontería como esta.
—¿Y no has quedado con el?
—Al final no se ha presentado, y mejor para mí.
Asiento no muy convencida, no se muy bien si creerme lo que me está diciendo pero parece sincero.
—Venga va, te invito a un helado —dice Carlos levantándose.
—No me lo merezco.
—Pues claro que te lo mereces, nunca he visto a una persona que se preocupe tanto por mí.

Carlos
Me ha costado bastante no enfadarme con Julia, casi se juega la vida, menos mal que me di cuenta de que me seguía a tiempo y pude inventarme una excusa creíble para que dejase de investigar.
Se que si algún día se entera de la verdad le molestará que le haya mentido, pero lo hago por protegerla de mi padre y de todos los demás, a mi me pueden hacer lo que quieran, pero como se les ocurra tocar a Julia me muero.
Ahora mismo vamos por la calle andando tranquilamente, bueno, yo finjo estar tranquilo porque acabo de dejar colgados a unos tíos muy peligrosos y se que esto tendrá consecuencias.
•••
Oye que guay que haya llegado a las 1000 lecturas 😱
Me alegra mucho que todos los que estáis leyendo la novela por aquí os guste💛 también os recuerdo que podéis seguirme en insta @/Julrightfan donde soy bastante activa‼️

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora