•Capitulo nueve•

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Julia
Por fin es viernes, voy a quedar con Jorge para salir por el centro, de hecho me estoy preparando para ello. La verdad es que no es lo que más me apetece, sobre todo porque mis amigos de la residencia van a salir a cenar, pero llevo dos viernes seguidos poniéndole excusas así que creo que no está bien hacer lo mismo otra vez.
Bajo a la entrada y me encuentro con su coche parado justo en la puerta, lo saludo con una sonrisa y me monto en el asiento del copiloto.
—¡Mi profesora favorita! —dice en forma de saludo.
Sonrío sin saber muy bien que decir y se forman unos segundos en los que ninguno habla.
—He visto una zona del centro que está genial y seguro que nunca has ido.
—Tampoco he salido mucho por Madrid así que no es complicado.
—Siempre te mueves por los mismos sitios con tus amigos, pero conmigo vas a conocer los lugares más escondidos.
—Suena bien —respondo sin mucho ánimo.
Y de nuevo silencio, se que esto es culpa mía, pero no puedo evitar querer apartar a Jorge de mi, siento que de un momento a otro se va a lanzar.
—¿Que te pasa? —pregunta al verme seria.
—Nada...
—Últimamente estas rara, más seria conmigo.
—No me pasa nada contigo.
—¿Te ha molestado algo que he hecho?
—¡No! Que va, no has hecho nada malo.
No puedo ni mirarlo a los ojos, me siento mal por el, siento que lo estoy decepcionado.
—Se que te ocurre algo, me puedes contar lo que quieras, me preocupo por ti.
—Eres bueno conmigo incluso cuando te ignoro.
—Pues claro que si —dice acercando mi mano a la suya, no... esto no puede pasar.
—Lo siento muchísimo Jorge —digo abriendo la puerta del coche.
—¿Que haces? —pregunta el sorprendido.
—No me encuentro bien, lo siento de verdad pero me tengo que ir.
Me bajo del coche y camino sin mirar atrás, no puedo estar así, le estoy dando falsas esperanzas y el no sé lo merece, estoy noventa por ciento segura de que hoy se iba a lanzar y me haría sentirme fatal decirle que no.
Entro en la residencia y camino por el pasillo, tengo un nudo en la garganta pero no puedo llorar, yo no lloro.
Voy con la vista clavada en el suelo, concentrada en mis pasos para no tener que pensar en lo que acaba de ocurrir, de repente choco con alguien.
—¿Julia?—dice una voz que reconozco al instante —¿que te pasa?
Alzo la mirada y veo a Carlos mirándome preocupado, niego con la cabeza, no puedo hablar.
—Creo que hoy es un buen día para tomarnos la pizza que te prometí.
Carlos saca su móvil y teclea algo en el para llevárselo a la oreja.
—Rodrigo, no voy a poder quedar al final... sí, estoy bien... simplemente no me encuentro muy bien ... no, no hace falta que vengas... vale, adiós.
—No tienes porqué quedarte conmigo, estoy bien.
—Si que tengo porqué, vamos, conozco una pizzería aquí en frente que está genial.

Acabamos de llegar a la azotea de la residencia, no he hablado en todo el tiempo que hemos estado comprando, me sigo sintiendo mal pero que Carlos se quiera quedar conmigo me ha reconfortado un poco.
—Espera aquí, ahora vuelvo.
Carlos baja y unos segundos más tarde lo veo llegar con unas mantas y su guitarra, se está implicando mucho.
Ponemos las mantas en el suelo y nos sentamos encima, acabamos de hacer un pequeño picnic nocturno y la verdad es que me gusta.
—No tienes porqué, pero si quieres puedes contarme que te ha pasado.
Me quedo callada unos segundos, después de todo lo que ha hecho para animarme no me puedo quedar callada.
—Iba a quedar con Jorge... pero me he ido —comienzo —me siento mal por el, siempre está intentando lo mejor para mí y yo solo quiero apartarlo.
—Le gustas y el a ti no.
—Exacto, y no se como decírselo.
—Debes ser sincera y ya, es lo mejor.
—Lo se... —respondo mirando al suelo.
Nos quedan en silencio unos segundos, Carlos se acerca un poco a mi y me tiende un trozo de pizza.
—Anímate, conmigo también te lo puedes pasar bien.
Sonrío ante su comentario, no me puedo creer que la persona que más me esté apoyando sea Carlos.
—¿Por qué eres simpático conmigo? Yo fui una borde desde el principio.
Carlos se encoge de hombros y me mira con una pequeña sonrisa, esa sonrisa que antes me ponía de los nervios pero que ahora hasta me agrada.
—Nunca conseguiste caerme mal, hay algo en ti que...
—Que... —digo al ver que no continúa.
—No se, simplemente tienes algo.
—Eres demasiado misterioso —respondo rodando los ojos.
Carlos suelta una carcajada que a mí me hace sonreír, ahora mismo no pienso en nada, solo en la conversación que estamos teniendo.
—Nunca me habían dicho misterioso.
—Nunca me habían dicho que tenía algo —contraataco.
Terminamos de comer entre bromas y piques, me siento muy bien con Carlos, es como si hubiese olvidado todo lo que me preocupaba hace un rato.
Me levanto y me dirijo hacia el borde de la azotea, se ve toda la calle llena de personas que van de un lugar a otro, esto es Madrid, siempre en movimiento.
Noto que Carlos se acerca a mi y se pone a mi lado, ninguno de los dos dice nada, yo continúo mirando el paisaje distraída. No me doy cuenta de que me está mirando a hasta que me giro.
—Me siento observada.
—Normal, te estoy observando.
Nos vamos acercando cada vez más, muy lentamente, no soy muy consciente de lo que estoy haciendo, simplemente me estoy dejando llevar.
—¿Ya te has dado cuenta de que me gustas? —dice Carlos para después juntar sus labios con los míos.
No puedo seguir negándolo, me he enamorado de la persona menos indicada.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora