•Capitulo veintinuno•

662 25 3
                                    

Julia
—¿Donde has estado este fin de semana? —pregunta Jorge mientras caminamos —no me has contestado a ningún mensaje.
—Quería desconectar —miento.
Jorge es la ultima persona que quiero que sepa que estoy con Carlos, entre ellos dos se ha generado una enemistad bastante fuerte, y eso que a penas se han dirigido un par de palabras, pero cada vez que se ven solo hay que fijarse en las miradas que se lanzan, creo que Jorge sospecha algo.
—¿Puedes quedar esta tarde? —pregunta llamando mi atención.
—Lo siento, pero tengo que ayudar a Marilia a preparar la sala de eventos, pasado mañana vienen algunos niños a que les hablemos sobre la música.
—¿Y tu les vas a enseñar a tocar la guitarra?
—Si, junto con Carlos —Justo cuando terminó de hablar me arrepiento al instante de haberlo nombrado, sobre todo al ver como le cambia la expresión a Jorge.
—Pensaba que te llevabas mal con el.
—Los dos sabemos tocar la guitarra asi que nos ha tocado juntos.
Jorge asiente y continua caminando a mi lado en silencio, tenemos media hora libre y la vamos a aprovechar para ir a la cafetería. No paro de mirar el móvil, Carlos está haciendo el examen justo ahora y estoy impaciente porque me diga como le ha salido, sé que Jorge esta notando que estoy nerviosa pero al perecer prefiere no preguntarme, últimamente no le cuento nada y me siento fatal por eso, pero sin querer he perdido la confianza en el y me está costando recuperarla.
El móvil de Jorge suena y el lo coge al instante sin preocuparle que escuche la conversación.
—¿Sergio?... esta tarde si puedo quedar... pero pensaba que no tenías dinero... si no le compras nada lo entenderá... de acuerdo...
Continua hablando pero yo no puedo oir nada más, me he quedado bloqueada en dos palabras, Sergio y dinero... no puede ser, seguro que es una coincidencia, es imposible que una persona como Jorge conozca a unos chicos así.
—¿Quién era? —pregunto en cuanto lo veo colgar, no me gusta nada ser cotilla, pero esto es importante.
—Un viejo amigo, lo conozco desde siempre, Sergio se llama.
—¿Y vas a quedar con el esta tarde?
—Quiere comprarle algo a su novia por su cumpleaños y me ha pedido que le acompañe, en un principio le dije que no porque pensaba quedar contigo, pero como no puedes...
Intento ignorar el sentimiento de culpa que me produce no quedar con el nunca y continuo preguntando.
—¿Y que problema tiene con el dinero?
—¿Me estas haciendo un interrogatorio? —pregunta el sonriendo divertido al haber conseguido por fin que le preste atención —hace unos meses que su jefe no le paga por lo que ahora mismo no está muy bien económicamente.
—Pues pobre, ¿por que no deja el trabajo?
—Dice que en verano le pagara todo lo que le debe, así que solo tiene que esperar un poco.
Si mis sospechas son ciertas puedo confirmar que el mundo es un pañuelo.

Me encuentro en mi habitación esperando a Carlos, tenemos que estar en la sala de eventos en cinco minutos y como siempre vamos tarde.
Ayer por la tarde estuve hablando con él sobre la conversación telefónica que tuvo Jorge, Carlos piensa que todo ha sido meta coincidencia y que el Sergio con el que hablaba Jorge no se trata de uno de los tres matones que amenazan a Carlos, pero yo no estoy muy convencida de eso pero por ahora lo mejor es dejarlo estar, quedan muchos meses para verano por lo que tenemos tiempo de solucionarlo todo.
Escucho alguien llamando a mi puerta y corro a abrir, Carlos me recibe con una sonrisa de oreja a oreja, lo noto más feliz desde que me contó la verdad, creo que es porque se siente más seguro.
—Vamos tarde —digo cogiendo mi guitarra y saliendo de la habitación.
—Que va, aún quedan tres minutos.
—Marilia me dijo que estuviésemos unos diez minutos antes.
—Pues a correr.
Carlos tira de mi mano haciéndome así andar más rápido, yo me empiezo a reír y Carlos me sigue, la situación es patetica ya que pretendemos correr con dos guitarras enormes.
Cuando llegamos Marilia nos espera en la puerta, Carlos y yo nos separamos enseguida, ella no sabe que estamos juntos y no quiero que se entere de esta manera.
—¡Al fin llegáis! Los niños llegan en nada, entrad —dice haciendo un gesto con la cabeza para que le sigamos.
Caminamos hacia el interior de la sala, las paredes están todas decoradas con notas musicales y hay varias personas con diferentes instrumentos repartidas por la habitación, Carlos y yo nos sentamos donde Marilia nos indica y sacamos las guitarras.
Justo en ese momento entran los niños, no tendrán más de diez años y parecen igual de emocionados de estar aquí que nosotros.
Mi amiga se acerca a ellos para explicarles en qué consiste todo esto, creo que ella es la única de aquí que de verdad tiene ilusión y eso me da mucha ternura.
No pasan muchos minutos hasta que todos los chicos se empiezan a dispersar por la sala, cinco niñas vienen a donde estamos Carlos y yo y nos miran expectantes.
—¿Sabéis lo que es una guitarra? —pregunta Carlos.
—Pues claro que lo saben, no son tontas —susurro yo a lo que Carlos responde mirándome con una sonrisa.
—Mi hermano mayor la toca, y yo estoy aprendiendo —dice una chica morena, que parece ser la líder del grupo.
— Pues a ver si sabes tocar esta canción —dice Carlos empezando a entonar la melodía de una canción infantil.
—Pones las notas mal, sol no es así —responde la niña y yo no puedo evitar soltar una carcajada.
La cara de Carlos ahora mismo es un cuadro, si ya le molesta que se lo diga yo no imagino como tiene que ser que lo escuche de una niña de diez años.
—Deberías pedirle a tu novia que te enseñe —comenta señalándome a mi.
— ¿Y como sabes que es mi novia? —pregunta Carlos.
—Se os nota, os miráis de una manera diferente—contesta para después irse con todas sus amigas.
—Ojalá hubieses sido tú tan avispada —dice Carlos girándose hacia mi —no me habría costado tanto que entendieras que me gustabas.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora