•Capitulo siete•

706 28 17
                                    

Julia
Bajo hasta la salida, donde me esperan Rodrigo, Marta y Alba; nosotros cuatro vamos a ir en el coche con Jorge, y los demás irán con el novio de María.
No se que me pasa hoy que me siento muy feliz, probablemente sea la emoción de salir de fiesta por primera vez en Madrid.
Un coche se para en frente nuestra y por la ventanilla puedo ver que es Jorge, lo saludo con la mano y abro la puerta del copiloto para entrar, los demás se ponen atrás.
—Hola, soy Jorge —dice él presentándose.
—Alba, y ellos son Rodrigo y Marta.
—¿A donde tenemos que ir?
Alba le indica la dirección del lugar y enseguida arrancamos, tardamos unos veinte minutos en llegar, tiempo en el que Jorge consigue ganarse la confianza de todos, es increíble lo simpático que es este chico.
Aparcamos el coche justo al lado de la discoteca, en la entrada hay una chica que es amiga De Alba, se llama Natalia, me sorprende lo alta que es y la presencia que tiene, pero cuando empieza a hablar veo que parece buena persona.
Esperamos unos minutos y enseguida llegan los que faltan, Miki me presenta a Helena y María a Pablo.
Carlos se queda mirando a Jorge con el ceño fruncido y tengo que ser yo la que se acerque a presentarlos si no se ve que ni se habrían hablado.
Entramos en la discoteca y rápidamente nos dispersamos en diferentes grupos. El lugar tiene dos plantas, la de arriba está llena de sillones donde la gente está sentada hablando, en la de abajo hay una barra enorme y muchas luces que no paran de moverse alumbrando a las personas que bailan.
Rodrigo, Marta, Carlos, Jorge y yo subimos a la segunda planta y nos sentamos con nuestros vasos de diferentes bebidas alcoholicas, el resto baja a bailar.
—¡Os dije que este sitio es una pasada! —dice Marta alzando la voz para que la podamos oír.
—¡Es genial! —exclama Rodrigo mirándola.
Unos chicos se acercan a nosotros, no los conozco de nada; se ponen a hablar con Carlos y por más que intento escuchar lo que dicen no logro entender nada.
—Unos amigos míos están aquí, enseguida vuelvo –dice para después levantarse e irse.
Lo miro alejarse y perderse entre la multitud, ha venido con el grupo y se va con otras personas... bueno, a mi me da igual.
—¡Julia! —dice Jorge a mi lado.
—Perdon —respondo dirigiendo la mirada en su dirección —¿donde están Rodrigo y Marta?
—¿No te has enterado? Han dicho que iban a bajar.
—Oh, no estaba escuchándolos.
—Me he dado cuenta...
Se forma un silencio entre nosotros que por primera vez lo siento incomodo, no se muy bien que me pasa, pero no me apetece estar con Jorge.
—¿Quieres bajar? A ver si encontramos a alguno de los chicos.
—Eh... vale —por el tono en el que lo dice no lo veo muy convencido.
—Si no quieres no pasa nada.
—Claro que quiero, vamos.
Se que me está mitinendo, Jorge siempre me dice que si a todo, es demasiado perfecto.

No se cuanto tiempo llevamos aquí, pero probablemente bastante, tampoco sé cuanto he bebido pero me noto un poco mareada.
Carlos no ha vuelto a aparecer desde que se fue y no voy a negar que lo he estado buscando, la discoteca es grande, pero tampoco tanto.
Jorge no se ha separado de mí en toda la noche y la verdad es que ha sido un poco estresante, me cae bien pero creo que Carlos tiene razón en cuanto a que quiere algo.
—Hoy Estas un poco ida —dice Jorge, probablemente porque he dejado de prestarle atención a lo que me estaba diciendo.
—Me duele un poco la cabeza... ¿podemos irnos ya?
Jorge asiente y juntos caminamos hacia donde están los chicos para decirle que nos vamos; Rodrigo y Marta nos dicen que se irán en un taxi así que salimos de la discoteca y nos dirigimos hacia el coche cuando vemos a alguien sentado en un banco.
—¿Carlos?¿Que haces aquí? Pregunto acercándome a donde está el.
—Hola... nada, ya me iba.
—Ven con nosotros, nos vamos ya.
Carlos me mira con una pequeña sonrisa y asiente, noto que le pasa algo.
Miro Jorge que no parece muy contento de que Carlos venga, pero cuando se fija en que lo estoy observando asiente.
Vale, voy medio borracha con un chico que al parecer le gusto y con otro al que quiero odiar pero a la vez me es imposible, esto es muy raro.
Nos montamos en el coche, yo voy de copiloto y Carlos va atrás, no hay apenas tráfico así que no tardamos casi nada en llegar, Carlos y yo nos bajamos en la puerta de la residencia y después de despedirnos de Jorge caminamos hacia dentro.
—¿Que te pasa? —pregunto siendo muy directa (probablemente por el alcohol)
—Nada, estoy bien.
—No te he visto en toda la noche.
Carlos me mira levantando una ceja.
—¿Me has buscado?
—¡No! Pero como te has ido así sin más...
Carlos se encoge de hombros, se que me oculta algo pero tampoco tengo tanta confianza con él como para insistirle.
—Tiene gracia, dices que no confías en mí pero eres la persona que más tiempo está a solas conmigo.
Me quedo callada, esta situación es demasiado complicada.
Llegamos al pasillo, donde se supone que tenemos que despedirnos, pero ninguno lo hace, nos limitamos a mirarnos sin decir nada.
—Quizá en mi interior si que confíe en ti.
—Quizá tengas presión familiar de que debes alejarme —continúa el.
—Quizá sea así...
A media que hablamos cada vez estamos más cerca, no se muy bien que estoy haciendo es mi instinto el que le está guiando y yo no me estoy oponiendo.
Carlos está a punto de... no puedo, mi cabeza hace un clic y me separo enseguida.
—Hasta mañana —digo entrando en mi habitación.
No le dejo tiempo a que me responda, lo que acaba de pasar no se puede repetir, él y yo no podemos besarnos, mi padre me mataría, además, no siento nada por Carlos, todo ha sido producto del alcohol, si, ha sido eso.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora