•Capitulo seis•

737 34 14
                                    

Julia
La semana pasa con bastante rapidez, ya es viernes por fin y la verdad es que estoy muy cansada. Estos días han sido un no parar.
Mi amistad con todos ha aumentado muchísimo, con Jorge sobre todo, hablamos todos los días e incluso el miércoles fuimos a dar un paseo por Madrid después de la universidad, me siento muy bien a su lado y eso es genial.
Con Carlos es diferente... creo que sigue enfadado conmigo porque no hemos vuelto hablar desde el otro día, no me importa lo que haga, pero me sigue siendo incomodo ir y volver con una persona que ni me mira a la cara.

Ahora mismo estoy yendo al comedor a desayunar, último día de clases de la semana, estoy que no me lo creo.
Cuando llego ya están todos, el viernes es el único día en coincidimos a la misma hora por la mañana, ya que durante la semana cada uno tiene que salir antes o después dependiendo de la distancia a la une esté su universidad.
—¡Hola Juls! — dice Maria cuando me ve —estábamos hablando de esta noche.
—¿Que pasa esta noche
—¿Que va a pasar? ¡Que nos vamos de fiesta! —exclama Alba.
Sonrío ante su comentario, me apetece muchísimo ir a una fiesta por Madrid.
—Tenemos que elegir una buena discoteca —comienza Miki —Julia y Rodrigo tienen que tener una buena primera impresión.
—Vamos a la que acaban de abrir aquí al lado—dice Marta.
—Esa no la conocemos —dice Maria —creo que lo mejor es ir a la del centro, es enorme y esta genial.
Uno a uno todos van dando su aprobación, Miki y María se llevarán a sus novios y nosotros podemos decirle a otros amigos que vengan, enseguida pienso en Jorge, va a ser genial que lo conozcan todos.

Llega la hora de irse y Carlos y yo salimos de la residencia, como siempre nadie habla así que yo me dispongo a sacar mis cascos de la mochila.
—Mierda... se me han olvidado —escucho que dice Carlos en voz baja.
—A mi también —miento, y sinceramente no se porqué lo hago.
Carlos no responde y continuamos andando en silencio, no puedo estar así todo el trayecto, así que decido hablar.
—¿Estas enfadado conmigo?
Carlos se encoge de hombros y me mira muy serio.
—¿No era eso lo que querías?
—Supongo... —digo no muy convencida.
—No te entiendo, pensaba que te caía mal...
—Yo... no se....
¿Pero que me está pasando? Quiero alejarme de Carlos y lo estoy volviendo a acercar.
Nos quedamos en silencio unos segundos en los que yo me muero de la vergüenza, voy tan absorta en mis pensamientos que no me doy cuenta de que...
—¡Cuidado! —exclama Carlos tirando de mi hacia el.
Una bicicleta pasa a toda velocidad gritando algo que lo logro entender, el corazón me va a mil, Carlos me ha ayudado... ahora si que no se que decir.
Levanto la mirada y veo que me está observando, estamos bastante cerca ya que él sigue agarrando mi brazo, tiene unos ojos muy bonitos...
—¿Estas bien? —pregunta soltándome al fin.
—Si... —digo alejándome un poco —gracias.
Entonces sonríe, y me siento más tranquila porque sé que eso significa que me ha perdonado.
—Hagamos una cosa, llevémonos bien aunque sea en los caminos de ida y vuelta — dice Carlos —el resto del tiempo puedes odiarme.
—No te odio, simplemente no confío en ti.
—Lo que sea, ¿trato hecho? —pregunta alzando la mano.
—Trato hecho.

Llego a la universidad y enseguida veo a Jorge esperándome en la puerta, me despido de Carlos y voy hacia él con rapidez.
—Te veo voy sonriente —dice él cuando llego a su lado.
Me limito a encogerme de hombros y le indico con la cabeza que entremos en clase.
—¿Que te pasa? —pregunta Jorge.
—Estoy teniendo un buen día... oye, ¿quieres quedar esta noche?
Jorge sonríe al parecer bastante contento por lo que le he dicho.
—Mis amigos de la residencia dicen que hay una discoteca en el centro que está genial, y vamos a ir todos.
—Suena bien.
—Te vas a llevar bien con todos, son muy simpáticos —digo entrando en la clase.
—Excepto Carlos.
—Si... excepto el.
Hace unos días le conté a Jorge que me llevaba mal con Carlos, (obviando la parte de nuestros padres) él me escuchó atentamente y fue la primera persona que no me dijo lo genial que era Carlos, cosa que me alivió bastante. El problema es que ahora no se que pensar, una parte de mí no quiere confiar en Carlos, pero la otra me lo hace imposible, y si le añado que me ha salvado de un atropello... ahora mismo estoy bastante indecisa.
—Bueno, ¿quieres que quedemos a las nueve en tu residencia? Puedo llevar a cinco personas en mi coche.
—Me parece perfecto —respondo con una sonrisa sincera.
El profesor entra en la clase y todos nos callamos. La hora se me pasa con bastante lentitud, lo bueno de los primeros días se ha acabado y ahora toca trabajar de verdad.

Por fin llega la hora de irnos a nuestra casa, me despido de Jorge en la puerta y corro hacia donde está Carlos mirándome con una pequeña sonrisa.
—¿Ya has invitado a tu amiguito a venir? —dice en forma de saludo.
—Se llama Jorge, y si, ya lo he invitado.
—Seguro que se ha puesto muy feliz al saber que la chica que le gusta lo ha invitado a salir.
—¿Que dices? No le gusto.
Carlos niega con la cabeza y esboza una pequeña sonrisa.
—Estás ciega, se nota a kilómetros.
Lo miro sorprendida, me tiene que estar gastando una broma, Jorge y yo solo somos amigos.
—Solo nos conocemos desde hace una semana.
—¿Y? Hay personas que las ves una vez y ya sientes algo, el amor es raro.
—Pareces un experto.
Carlos se encoge de hombros y dirige sus ojos al suelo, de verdad que estoy intentando entenderlo, pero me está costando.
—Te repito que estás ciega, pero bueno, ya me contarás y si te lías con ese esta noche.
— Se llama Jorge.
—Como sea.
Estoy incrédula, ¿por que de repente parece molesto? esta situación me está siendo difícil de comprender.
—No te entiendo.
—Ya lo veo, pero no pasa nada, mejor así.
Y justo entonces llegamos a la residencia.

No confío en ti ||Julright||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora