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Bruce abrió los ojos al sentir las suaves y cálidas lamidas en su cuello.

Ronroneo sonriendo aún adormilado, se removió suavemente sintiendo el peso de la pelirroja sobre su cuerpo.

—Buenos días. Hablo sin obtener respuesta, la alfa se encontraba perdida en su cuello.

Bruce acarició la desnuda espalda de su esposa, sintiendo algunas cicatrices, unas más grandes que otras.

—No son nada, todas indican peleas ganadas. Hablo sin despegarse del omega. No debes preocuparte.

—Lo sé. Solo quería hacer una pequeña prueba. Natasha levantó la cabeza para mirarlo. Es raro, ¿No?

—¿Qué? Pregunto con el ceño fruncido, Bruce fingió asco al ver las pequeñas marcas de sangre que tenía en su cara.

—Natasha, tienes mi sangre en tu cara. Dijo divertido.

—¿Si? Paso una de sus manos por su boca, intentando quitar las marcas. ¿Ya? Bruce negó sonriendo y con sus pulgares quitó las manchas.

—Que asco, no esperes un beso mío en un buen rato. Dijo entre risas y Natasha lo miro con los ojos entrecerrados.

—¡Hey, ni te quejes, tú no tuviste que comertela anoche! Fingió molestia siguiendo el juego del omega.

—Yo no te pedí que lo hicieras. Acunó la cara de la espía en sus manos.

—Bueno, ese es un buen punto. Sonrió. En mi defensa, tenía que hacerlo, estás sábanas no merecen ser manchadas. Tony se pondría loco.

—Tony... Abrió los ojos de golpe.

—¿Qué, Tony qué? Se altero al sentir la preocupación de Bruce.

—¡Tranquila! Sonrió tiernamente. Veo que te costará trabajo adaptarte a esto.

—Voy a volverme loca. Bruce rió. Pero ahora dime qué con Tony, puedo sentirte pero no leer tus pensamientos.

—Tengo una marca en el cuello, es algo que no puedo ocultar por mucho tiempo.

—No debes ocultarla. Además, es Tony, es un chismoso de primera. Bruce rió.

—Tenemos que salir ya o comenzarán a sospechar. Ella asintió.

—Iré a mi habitación a tomar una ducha y por ropa limpia, te veo en la cocina. Miro la hora antes de levantarse. Deben estar todos ahí, quizá será más fácil decirlo en general. Bruce asintió y se levanto, estirando los brazos hacia la pelirroja, exigiendo un beso de despedida.

Ella negó sonriendo y se acercó al omega, miró su rostro y acaricio sus mejillas antes de plantar un suave beso en los húmedos labios del pelinegro.

Bruce la miro salir y camino hasta el baño, abrió la puerta y sonrió al ver la rosa blanca que se encontraba sobre su tocador.

"Ahora, cada parte de mi cuerpo, mente y alma te pertenecen, no los cuides, destruyelos. Por cierto, me gusta el ritmo que toma tu respiración cuando duermes"

Bruce sonrió algo extrañado por el inicio de la nota, acerco la flor a su nariz respirando el suave aroma de esta.

Dejó caer el chorro de agua caliente en su cuerpo, la mordida aún estaba fresca y a pesar de los cuidados que Natasha le estaba dando, aún salía un poco de sangre.

Aroma. (Brutasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora