El niño retrocedió de forma instintiva al ver a Max que solo lo observó unos segundos antes de volver al vista a ella.
La tomó del brazo apretando tanto el agarre que hizo un gesto de dolor.
—¿Tienes un bastardo de él? —dijo pero ella no respondió.
Volvió a mirar al niño y solo entonces se dio cuenta de lo mucho que se parecía a ella.
—Le juro que no quise romper su cristal —dijo el chico—. Le prometo que lo pagaré pero no la lastime.
Max no hizo caso y la arrastró hasta el auto a tirones mientras el niño sin saber cómo detenerlo soltó su mochila y se lanzó contra Max dando pequeños golpes en su espalda y donde pudiera para defender a su madre.
—¡Max, déjalo! —dijo soltándose para acercarse al niño—. Solo espera allá, vamos a hablar y estaré pronto contigo.
—¡Pero mamá! —dijo el niño con los ojos llorosos.
—Por favor cariño, hazlo —respondió.
El niño se alejó y se sentó sobre la pequeña jardinera de la entrada mientras Max seguía inmerso en la palabra que había escuchado.
—Se llama Max —dijo mirándola—. ¿Es una burla?
La apretó de nuevo de los brazos pero ella se soltó de un tirón.
—¡Basta! —dijo mirando alrededor para ver si alguien los había visto—. No entiendo lo que buscas, han pasado diez años Max, los suficientes para olvidar.
—¿Olvidar? —dijo apretando los dientes—. ¿Cómo se puede olvidar lo que hiciste?
Sus ojos estaban puestos sobre los de ella.
—De la misma manera en que yo pude hacerlo —dijo con la mandíbula temblorosa—. Se olvida con el tiempo, se perdona con la resignación y se vive con el olvido, si no, la vida se paraliza. Me alegra verte vivo y bien.
—Ya sabías que estaba vivo, no te hagas la estúpida —dijo acercándose más a ella—. En el casino.
—Sí, te vi —respondió—, pero he vivido tantos años borrando escenas de mi memoria que hoy he sentido la misma emoción y sorpresa de verte como si fuera nuevo.
Max se quedó callado sin saber cómo continuar antes de ver al niño que no apartaba la vista de ellos.
—Quiero que devuelvas todo el dinero —dijo de pronto y ella negó.
—No puedo hacerlo —dijo levantando la vista.
—¿Qué no puedes hacerlo? —preguntó—. ¿Qué hiciste con él?
—¡Se lo quedó Augusto! —gritó limpiando sus lágrimas.
—Me importa un mierda —dijo Max—. Vas a devolverlo y punto. Arruinarte mi vida, te he odiado por años y no voy a permitir que te deseo una vida con dinero que no te pertenece.
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SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)
RomanceMaximilian Archibald, el monstruo como lo llaman sus conocidos, no es más que un hombre implacable escondido bajo una personalidad tonta y absurda; regenteador de uno de los casinos más famosos y experto en finanzas lleva años buscando una oportunid...