Capítulo 33

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Max despertó después de una de las noches más tediosas de su vida tras dormir ni un solo instante por pensar demasiado en su asunto con ella.

   Se levantó y fue a la habitación que le habían asignado a su hijo.

   Lo encontró dormido aún y no pudo evitar observarlo. No compartían ningún rasgo en común, el niño no se parecía a él, más bien se parecía a Jane con su cabello un tanto rubio y sus ojos azules, en la sonrisa y en algunos gestos de ella, pero de él nada, tampoco compartía ninguna características con su padrastro.

   Sacudió la cabeza para sacarse esos pensamientos. Se lo había prometido a ella, lo querría como si fuera suyo, no portaba qué. Se repitió a sí mismo que si ella no quiso saber nunca la paternidad, no sería él quien insistiera en eso.

   Volvió a su habitación y se dió una ducha antes de bajar y encontrar a Melina sentada en el comedor con su hijo.

—Buenos días —dijo ella acercándose para darle un beso—. Pensé que no te levantarías temprano.

—Voy a ir a hablar con la rusa —dijo divertido—. Y también quiero hablar con Parker, con ustedes. Por cierto, ¿dónde está?

—En el gimnasio —dijo señalando el pasillo.

—Voy a verlo —dijo y ella asintió.

   Caminó por donde le dijo Melina y finalmente dio con el gimnasio pero no lo encontró ahí.

  Volvió sus pasos hasta que escuchó su voz y se acercó a una de las estancias de dónde provenía su voz.

   Abrió la puerta y lo que vio le sorprendió.

   Parker estaba sin camisa y con un pantalón deportivo practicando con su hija que se defendía del ataque de su padre como toda una profesional y a ratos devolvía con maestría cada golpe haciéndolo retroceder y mirarla con orgullo.

   Ninguno se percató de su llegada por lo que se acomodó en una de las columnas y observó cada movimiento de su amigo.

   Peleaba tan rápido como Hurs y su hija era tan buena como él.

   La técnica era lo que hacía la diferencia entre Hurs y Parker, mientras uno había aprendido en la calle y su velocidad era un don, estaba seguro que Parker lo había adquirido a base de sudor y sangre como todo aquello que sabía.

   Recordó que con su corta edad había logrado hacerse de la carrera antes que todos a excepción de Hurs y que además de eso devoraba un libro tras otro y estudiaba como ninguno.

   Sabía que ya estaba listo de solo verlo moverse con la seguridad que emanaba de él.

   Sonrió orgulloso de él tras darse cuenta de que el niño que había conocido era ahora un hombre capaz de moverlo todo sin contemplaciones.

   Lo miró ser derribado por su hija y reponerse en segundos a una velocidad que no hubiera imaginado, lo que lo llevó a darse cuenta de lo buen actor que era.

   Se mostraba delicado e incluso llegaron a pensar que era gay y a él no le molestaba, no solo por su andar tan femenino a veces, sino por sus delicados modales, su gusto ambiguo por cosas que muchos llamarían de mujeres pero estaba claro que todo había sido una actuación.

   Ahí parado luchando con su hija estaba el verdadero Parker con su andar bastante masculino y seguro de sus pasos, su verdadero rostro ante una niña que no apartaba la mirada de él esperando su siguiente movimiento y midiendo su fuerza.

   La había convertido en alguien como él, tan lista y tan maliciosa para no ponerla en bandeja sabiendo lo que le esperaba.

   Se giró para verlo y sonrió antes de hacer una seña para que ella se relajara.

SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora