Capítulo 15

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Se despidió de Perséfone y salió de su casa dispuesto enmendar su desastre de esa mañana antes de volver a su casa y después ir a su trabajo

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Se despidió de Perséfone y salió de su casa dispuesto enmendar su desastre de esa mañana antes de volver a su casa y después ir a su trabajo.

Abordó un taxi y fue hasta el lugar del choque donde ella había dicho trabajaba cerca, guió al taxista hasta encontrar la tienda de autopartes.

Una vez se pagó el servicio se acercó al sitio y entró.

Había solo hombres atendiendo y él miró alrededor buscándola entre la gente.

—¿Le puedo ayudar en algo? —preguntó uno de los empleados.

—Busco a Margot —dijo y el hombre entrecerró los ojos.

—¿Para qué? —inquirió y a él no le gustó el tono.

Max lo miró de arriba a abajo, era un chico bastante joven, moreno y de aspecto bastante musculoso, suponía que por el trabajo a realizar.

—Ese no es asunto tuyo —respondió a la defensiva—. Háblale.

El tipo se movió de mala gana y se metió tras el mostrador a una especie de cuarto que él supuso era la bodega.

Minutos después Margot aparecía con el cabello recogido, unos guantes y completamente sucia.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con seriedad—. No me robé nada, solo le robó el cambio a los clientes y son pequeñas cantidades.

—Quiero hablar contigo —dijo cortando su diarrea verbal.

—Espera unos minutos y allá afuera, bajo el sol —dijo ofendida—. No mereces que te ofrezca un espacio dentro.

—Soy un potencial cliente —replicó.

—No te veo comprando —farfulló—. Allá afuera.

Max salió del lugar y se sentó en la acera esperando a que saliera.

Lo hizo unos minutos después sentándose a su lado.

—Solo tengo unos minutos —dijo con seriedad—. Mi jefe es estricto.

—Vine a pedirte una disculpa —dijo y ella le miró con una ceja enarcada.

—Las disculpas no se piden, se ofrecen —dijo con el entrecejo fruncido—. Si me pides una la haré rollito y te la voy a poner donde no te da el sol. Ya te dije que no tomé nada y no voy a admitir absolutamente nada de lo que sea que piensas acusarme, así que ya te pue...

—¡Por Dios santo! —interrumpió—. De acuerdo, vengo a ofrecer una disculpa por mi comportamiento.

—¿Por qué?

—No debí tratarte mal —dijo y ella levantó la mano alentándolo a continuar.

Max apretó los labios.

—Paso por un mal momento y no debí desquitar mi mal humor contigo -continuó.

—Prosigue —añadió ella.

SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora