La respuesta fue un «no» rotundo pero al menos ella dijo que podría otro día, incluso argumentó que ya era tarde y debía dormir.
A Max le dio la impresión de que lo estaba mandando al demonio pero de momento no podía hacer nada hasta que pudiera hablar con ella.
Se recostó sobre el escritorio con un suspiro resignado antes de cerrar los ojos y tratar de dormir.
Finalmente tras mucho pensar en su vida y en Jane; tras recordar lo estúpido que había sido y no darse cuenta de lo mucho que sufriría si le hacía daño. La estupidez que le rodeó fue tanta que se cegó por el rencor al grado que no reconoció el dolor que se autoinflingiría. El sueño lo reclamó en algún momento y cuando despertó sus amigos estaban abajo haciendo muchísimo ruido.
Fue al sanitario y cuando fue abajo los encontró con cara de malhumorados.
—Buen día —dijo pero solo escuchó rugidos y malas palabras.
—Por Dios, no vuelvo a beber —dijo Parker—. Que nadie me hable hasta la tarde en la fiesta de mi hija.
Se puso de pie y tomó sus llaves mientras Melina le seguía con la misma cara.
Chris tomó su celular cuando empezó a sonar y miró la pantalla antes de blanquear los ojos y suspirar, aún así atendió la llamada y se despidió con la mano.
—Yo voy a ir a ver a mi mujer y espero al menos se me haya bajado el dolor de cabeza —dijo un Hurs ensimismado—. Estoy resignado a que me darán el sermón de mi vida pero al menos espero que no grite tan fuerte y me reviente el cerebro.
—Yo voy a ir calladito y obediente para no escuchar eso —dijo Maddox.
—Me alegra que Brooke sea comprensiva contigo pero Scarlett no lo es —dijo Hurs—. Seguro hará incluso más ruido y gritará más fuerte solo para torturarme.
Max los escuchó hablar y caminar a la salida arrastrando los pies antes de él mismo tomar sus cosas e ir detrás de ellos por su hijo.
En cuanto llegó se encontró con un Hurs escuchando la reprimenda en silencio y frunciendo el ceño, lo que hacía a Scarlett reprenderlo aún más; un Maddox que aguantaba estoico las miradas fulminantes de su esposa y su suegra y a su hijo que solo observaba divertido.
Se acercó a él para llevárselo no sin antes de despedirse de todos.
Salió de ahí compadeciendo a sus amigos y riendo antes de que se fuera a casa.
—Ya he desayunado —dijo el niño y Max asintió—. ¿Iremos a la fiesta por la tarde?
Lucía ilusionado y él asintió de nuevo, sugiriendo que podían comprar un regalo bonito para la pequeña.
El niño lucía ilusionado de asistir a una fiesta aunque no conocía a nadie pero su madre lo protegía tanto que eran escasas las veces que había disfrutado un espectáculo así, ni siquiera pudo hacer amigos dado los cambios de residencia constante.
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SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)
RomanceMaximilian Archibald, el monstruo como lo llaman sus conocidos, no es más que un hombre implacable escondido bajo una personalidad tonta y absurda; regenteador de uno de los casinos más famosos y experto en finanzas lleva años buscando una oportunid...