Capítulo 6

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Max dejó a Perséfone en su casa y después llamó a la persona con la que había concertado una cita

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Max dejó a Perséfone en su casa y después llamó a la persona con la que había concertado una cita.

   Partió hasta el despacho del hombre y una vez estuvo ahí fue llevado de inmediato a la oficina del hombre.

—Buenos días —dijo mientras el sujeto lo miraba—. Maximilian Archibald.

—Un placer señor Archibald —dijo el hombre—. Tyler Fox, aunque tengo nociones por la previa llamada que me hizo, me gustaría hablar el asunto a extensión.

—Por supuesto —respondió y comenzó a relatar todo el asunto.

   Cuando finalizó el hombre miró Max unos segundos antes de responder.

—¿Sabe el nombre completo? —preguntó y Max asintió—. En ese caso comenzaré cuanto antes y espero pueda proporcionarme un domicilio para hacerle llegar la notificación.

—Por supuesto —respondió Max—. La tendré a la brevedad.

—Tengo una duda. —Volvió a hablar el sujeto—. De ser posible esto qué haré después, ¿el reclamo de sus derechos?

—Quiero la guarda y custodia absoluta o patria potestad total —dijo con resolución—. Al costo que sea.

—Bien —dijo el hombre—. Sabemos que hay mucho que hacer y también mucho que comprobar.

—Sé que los abogados siempre encuentran cómo comprobar cualquier cosa. —Dejó la insinuación sobre el sujeto.

   Habló con él unos minutos más antes de ir hacia el casino dispuesto a sacarle a su amigo la dirección.

   Condujo unos minutos mientras pensaba en su vida y en lo que se estaba convirtiendo justo en ese momento.

   Llevaba varios minutos por las calles hasta que la vio en uno de los comercios.

   Limpiaba las mesas de afuera del establecimiento con un uniforme del lugar.

   Se estacionó y bajó del auto para acercarse.

   Su uniforme rosa acentuaba el pálido de su piel mientras a su lado había un cubo con agua.

  Se acercó hasta ella que en cuanto lo sintió a su lado se envaró.

—Así que aquí trabajas.

—Max por favor —dijo suplicante—. Aquí no.

  De un manotazo lanzó el cubo al suelo tirando el agua sucia mientras la miraba.

   Su pantalón se ensució y salpicó sus zapatos antes de ver el piso cubierto de agua sucia.

   Quien supuso era el dueño salió en ese momento.

—¿Todo bien señor? —inquirió dando a Jane una mirada—. Sentimos tanto que esto haya pasado, le aseguró que su consumo será gratuito.

—No me interesa consumir nada en este lugar —dijo con seriedad—. Me interesa que tenga personal eficiente y la siguiente vez que venga por acá no tenga que pasar por esto.

SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora