Capítulo 34

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Volvió por su hijo y decidió que leería el informe apenas estuviera en su casa, mientras se reprendió por haber estado en casa de Margot y haber perdido el control con lo otro antes de ponerla en aviso.

    Le llamó a Perséfone pero tampoco tomó la llamada y finalmente aparcó frente a su casa y dejó que su hijo fuera a su habitación. Él hizo lo mismo solo que no dejaba de rondarle la cabeza el asunto de Margot.

    Se sentía inmerso en mil sensaciones que no reconocía o a las que no quería reconocer pero ya era hora de admitir que la chica le gustaba al menos un poco más allá del aspecto físico.

   Se enojó consigo mismo y de nuevo el sentimiento de traición se instaló en su pecho, ese que le decía que Jane se sentiría traicionada, pero luego se coló la imagen de ella feliz en algún lugar donde nada importaba y creía que ella lo vería con aprobación.

   Dio un suspiro rendido y enterró la cabeza en la almohada de la frustración. Se levantó mucho después para ir a su auto y tomar todo lo que la rusa le había dado.

   Subió con la carpeta en la mano y apenas estuvo dentro de su dormitorio abrió la carpeta y leyó.

   La investigación arrojaba que el hombre tenía un hijo, producto de un matrimonio hacía muchos años, un hijo que debía tener la edad de Max.

   Aquello lo sorprendió un poco aunque no lo dudaba, pero le sorprendió más ver la fecha de la boda. Había sido varios años antes de la boda con su madre y no existía constancia de divorcio lo que lo llevó a pensar que el matrimonio con su madre nunca fue legal.

   Suspiró y continuó leyendo para encontrarse con una fotografía de su hijo, un hombre que según el informe se daba vida de rico engañando a mujeres y estafándolas, sobre todo mujeres mayores.

   Había una foto de él con algunas mujeres que fueron víctimas de él. Observó la foto una y otra vez y a su mente llegó un vestigio de recuerdo.

   Ya lo había visto antes pero no recordaba dónde.

   Se adjuntaba la dirección del sujeto y se dijo que debía buscarlo y así tuviera que dejarlo medio muerto le sacaría información sobre su padre.

    Guardó la carpeta en uno de los cajones cuando escuchó la puerta sonar por lo que autorizó pasar.

     Su hijo sonreía y se acercó a sentarse a su lado.

—¿Está todo bien? —preguntó y el niño asintió.

—Es solo que recordaba a mamá —dijo con los ojos llenos de lágrimas—. Me acosté y no pude evitar pensar en ella, en las veces que me dijo que un día todo estaría bien, pero no lo estuvo para ella.

   Max guardó silencio sin saber cómo darle consuelo.

—Perséfone es muy buena y siempre me da dulces —continuó—. A veces me dice cosas bonitas aunque esté triste pero aún así siento la ausencia de mamá. Ella siempre sabía que decirme, tenía la frase correcta.

—Nada va a reemplazar su ausencia y no sé qué podría decirte para consolarte pero te aseguro que a ella no le gustaría verte triste y desolado.

—Lo siento pero a veces solo la recuerdo y la extraño más —confesó el pequeño—. Cuando sea grande voy a encontrarlo.

   El rencor que traslucía en su rostro le recordó tanto aquella época en donde él tenía el alma llena de odio. Max no quería que su hijo tuviera el mismo final que él, que fuera infeliz, no quería que su hijo viviera la misma soledad que vivía en su interior.

SEDUCIR AL MONSTRUO (SERIE EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora