Catorce

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— Creo que ya se me hace tarde, nos vemos Fred.

El castaño se marchó dejando ese dulce aroma que despedía.
Fred metió el dedo en el estanque sintiendo un ardor leve, desde que ese chico había metido la mano el agua estaba mas limpia. Y eso quemaba la piel del azabache.

— Que masoquista.

— Gam, no soy masoquista, ¿a qué viene eso?

— Deja de meter el dedo en esa agua casi bendita, y deja de interesarte en ese chico.

Fred levantó una ceja y lo miró; — No estoy interesado en él, pero me aburre estar en el estanque sólo.

— No estás solo.

— Tú no cuentas.

Gam hizo una mueca de molestia y le saco la lengua, como sí para ser un demonio eso fuera el mayor insulto; — ¿No te sorprende? — preguntó el rosado —, ¿Qué ese chico sea tan puro que pueda casi bendecir el agua? Para mi que no es humano.

Fred entre cerro los ojos, vio su reflejo en el agua del estanque, sus ojos se veían completamente negros en el agua, su expresión era cansada.

Las ramas del árbol le hacían parecer que tenia alas.

Se estremeció ante la idea.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora