Ochenta y nueve

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Todo era color rosa ante los ojos de nuestros protagonistas. No se dieron cuenta que todo estaba pintado de negro.

Freddy estaba sentado en la pequeña mesa de madera, con la mirada clavada en la gran espalda de Fred, se notaban las cicatrices de dónde había crecido el tronco de las alas. 

Lo miraba con amor, con un amor que nuca le dieron al azabache y estaba él entregándole con la mirada.

— No hay mas que cereal. — habló el azabache sacando el envase de leche del refrigerador.

— Fabuloso, me encanta el cereal. — respondió el castaño con una sonrisa preciosa.

— Perfecto, por qué a mi me encanta que a ti te encante el cereal.

Y Freddy soltó una carcajada.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora