Ocho

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— Hay Fred, ¿has sentido el alma del castaño? — preguntó  Gam mientras volvían al estanque —.

— Sí. Es muy pura, casi puedo sentir que me agobio al estar cerca de ese chico.

— ¿No quieres comerla? Seguro nos limpia de todas las porquerías que nos hemos tragado.

— No.

— ¿No?

— No.

— ¿Por qué no? Nos traería mucho beneficios. En serio, comer almas puras nos limpia de tanta asquerosidad que consumimos.

— No la quiero.

Gam entre cerro los ojos, sospechaba la razón por la que Fred no quería comer tan deliciosa alma.

— Como quieras. — Y se desvaneció —.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora