Sesenta y ocho

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Fred despertó con dolor de cabeza, raro en él.
Recordó el día anterior.

Le había dicho a Freddy que él era lo que estaba haciendo mal. Aun que Freddy no lo entendido y se fue algo molesto a casa.

— Despertaste. — habló Gam.

— ¿Qué quieres?

— Comer, en serio tengo hambre.

— Bueno, ¿qué no te bastaron los sandwiches de Freddy?

Gam rodó los ojos; — No.

Y se miraron de manera retadora, era cierto que nunca se habían llevado bien, pero antes no peleaban tanto.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora