Noventa y seis

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Cuando Fred estuvo tan lejos que no pudo ver a Freddy sintió que murió.

Pensó que jamás iba a verlo de nuevo. Y se quebró.
Pero se había dicho hace unos segundos que pelearía hasta el final.

Eso lo hizo reaccionar, forcejeo cuando Gam tuvo la guardia baja, logró zafarse, pero al hacerlo cayó al suelo.

Gam lo miró amargamente; — Deseo ayudarte, Fred. En serio. Pero no puedo. — hizo una mueca.

Fred lo miró confundido, pensó por unos momentos y trato de enderezarse; — Gam, por favor. Tu eres el único que puede ayudarme ahora. Tú me viste, viste como nos volvimos a enamorar, ¡Tu sabes que debo estar con él!

Gam fruncio aún mas el ceño, y desvío la mirada, cubrio su rostro con una mano  y negó; — No sigas, no puedo. Y sí, yo lo vi todo, incluso llegaste a agradarme, lo que haces lo haces con convicción y eso me agrada en ti. Pero Fred no todo se puede.

— Gam. — susurró Fred —, ¿Cuál es mi castigo?

— Sufrirás eternamente en el limbo.

— Por favor. Gam. — rogó el azabache —, Por favor borra mi memoria.

— Fred. — respondió Gam —, ¿Es qué no lo has entendido? Ese es el castigo.

Una eternidad.

Con el recuerdo de Freddy.

Pero sin él.

Fred estaba aterrado.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora