Dieciocho

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Resultaba realmente extraño que alguien creyera en Dios pero no fuese religioso.

Fred le había dicho que sabía, que tenía la certeza de que Dios existía, pero no le adoraba ni nada por el estilo.

Así que Freddy no había dejado de pensar en eso desde que había regresado a casa.

No había nadie mas que él, su padre trabajaba y su madre estaba donde la madre de Chica.

— Bien. — dijo para sí mientras se paraba en la cama y abría los brazos —.

Comenzó a girar cual bailarina de ballet, hasta detenerse casi majestuosamente.

Cayó en la cama arrodillado bajó la cabeza su ancha pero fina espalda, sin camisa comenzó a rasgarse dejando salir las grandes alas de Freddy.

Eran enormes, blancas como la nieve, suaves, y hermosas.

Freddy suspiró, miró el techo de la casa y aleteo. Pero no podía volar.

Estaba desterrado, y nunca podría volver a volar o al cielo, siquiera.

Acaricio si ala derecha, dejando de sonreír, su expresión ahora era de nostalgía.

La mirada nostálgica de un ángel.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora