Once

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— Vamos al estanque. — habló el pequeño ser que acompañaba a Fred —.

— ¿Qué nunca te callas? Estoy cansado, iré a dormir a la cabaña.

Gam hizo una mueca, no le gustaba la cabaña. Era aseada, hogareña, tenia una vista realmente linda del bosque; — Haz lo que quieras maldito engendro.

Y se esfumó.

Fred llegó a la cabaña, estaba muy lleno al haber comido esas almas, pero a la vez estaba realmente asqueado por lo impuras que eran esas personas.

Había pasado tanto tiempo buscando un alma pura, como la de aquel chico castaño que había conocido. Pero no se la había comido, y sabía que tarde o temprano terminaría por hacer algo malo, volviendo impura su alma.

Pero no le importaba, pensar en ese chico de cierta forma lo hacia relajarse, algo en él inspiraba paz y tranquilidad.

Sin dar mas vueltas al asunto se recostó en la cama de la habitación, podría decir que se quedó inmediatamente dormido. Pero no, él nunca dormía. Solo se limitaba a recostarse y ya.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora