Veintidós

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Freddy llegó al estanque, pero no había nadie.
Caminó vagando por el bosque hasta que lo encontró.

— ¡Fred!

El mencionado volteo, en cuánto lo vio una pequeña sonrisa apareció en la comisura de sus labios.

— Hey.

— ¿Qué haces? Tuve que buscar te, llevo un rato caminando.

— Freddy, lo siento. Sí estaba en el estanque, pero quise caminar un rato, y no sabía si vendrías.

— Sabes que siempre vengo.

Fred río, y siguieron caminando.
El castaño hablaba y hablaba, su contrario solo escuchaba y miraba el suelo. Parecía preocupado.

Freddy calló, se dio cuenta que Fred no le había prestado atención.

— Venn vamos a sentarnos ahí.

— Preferiría seguir caminando.

— Estoy cansado. — Freddy hizo pucheros, y puso cara de niño pequeño que acaba de ser regañado —, Por favor.

Vamos, nadie se resistía a ese tipo de expresiones, Fred no era la excepción.

Freddy lo miró con una sonrisa, se notaba el nerviosismo de Fred al sentirlo mirándole fijamente.

— Deja de mirarme.

— Fred, tengo una pregunta.

— Pues hazla, con lo que me gustan las preguntas.

— Es sobre tus ojos.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora