Ochenta y siete

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— Yo te vigilare. — habló Gam, quien era tan pequeño que podía sentarse sobre tus manos, y podrías traerlo cual peluche de niña de seis años.

— ¿De qué? ¿Por qué estoy aquí? — preguntó Fred saliendo de la cabaña, mirando al rededor como sí estuviera asustado.

Estaba seguro de que había olvidado algo importante, algo que no quería olvidar. Pero no sabía qué.
Estaba completamente seguro de que algún día moriría de tristeza.

Y Gam, como sí pudiera leer el pensamiento de Fred dijo; — Tranquilo. Pronto sabrás todo de nuevo, y te darás cuenta de si puedes regresar o no. Tendrás sueños.

— ¿Qué fue lo qué hice?

— No fue lo que hiciste. Fue lo que sentiste.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora