Setenta y nueve

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— ¡Fred! — gritó con alegría el castaño corriendo hacia él, apresandolo en un abrazo.

Pasaron el día en el estanque, se miraban, se sonreían, se hablaban con los movimientos.

No hubo palabras.

Pasaron la tarde entre besos en las mejillas y abrazos.

Freddy brincaba con sus alas extendidas, ya no intentaba volar.

Jugaron hasta quedar exhaustos, y durmieron en el césped, juntos.

Freddy con los brazos extendidos, y Fred cobijado por el ala de Freddy.

Se acercaba la verdad para Fred, o quizá pesadillas. 

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora