Ochenta y cuatro

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Se miraron, los ojos azules de Freddy hacer sentir mejor a Fred. Siempre.

Fred le explicó a Freddy sus sueños, y Freddy poco a poco fue recordando lo pasado.

No era muy claro, pero recordaba que se querían. Recordaba las tardes de juegos en la laguna que ahora era un estanque.

— Entonces, fuimos felices juntos, ¿no crees? — preguntó Freddy con una sonrisa melancólica.

Fred lo miró por unos momentos, con algo de tristeza, y sonrió; — Quiero ser lo. Quiero ser feliz contigo, Freddy.

— Yo también quiero eso, Fred.

El mencionado lo miró, una mirada profunda que calaba en los huesos.
Se acercó a él, frente a frente, tomo su mejilla, y se acercó a su rostro.

Freddy cortó la distancia.

Se besaron.

Y cuando lo hicieron, el mundo desapareció, el pánico, las preocupaciones. Las preguntas del qué hacer ahora.

Se separaron, Freddy lo miró, era una mirada que te tranquilizaba. Y le sonrió.

— No regreses a casa, Freddy.

Y Freddy asintió.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora