Sin mis alas (Freddedy)

Noventa y cinco

Fueron cruelmente separados.
Llevados por caminos distintos, mirándose entre sí, alejándose cada vez mas. Con el pánico apoderándose de ellos.

Con el pánico apoderándose de todo.

Estaban tan lejos que ya no podían verse. Y Freddy se sintió horrible, sentía como sí haber visto tanto tiempo a Fred no hubiera bastado. Sentía como sí hubiera olvidado su rostro, aunque no era así. Jamás podría olvidar lo.

— ¿Sabes cuál será tu castigo? — preguntó el ángel que lo arrastraba.

El castaño mantenía la mirada fija en el suelo, había llorado tanto que le ardían los ojos y todo lo veía borroso.

— ¿Freddy? — preguntó el ángel —, Mira, Dios es misericordioso. Él te ha perdonado, y por eso tu castigo será mínimo.

— Castigo... — susurró el castaño como sí no hubiese prestado atención en lo absoluto.

— Serás humano.

— Humano...

— Sí Freddy. Humano, depende de ti sí regresas al cielo o no. Obviamente no serás nunca mas un ángel. — hablaba con calma el ser de coronilla —, Una tercera oportunidad no se le da a cualquiera.

Pero Freddy no estaba escuchando. No le importaba.

¿Qué importaba ser bueno y regresar al cielo cuándo lo único que quería era estar con él?