Cincuenta y nueve

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Freddy andaba por el bosque, en busca de ese demonio que tanto le intrigaba.
Lo encontró en una pequeña laguna; — Hey.

Fred volteó sereno, y al ver quién era dio un brinco; — ¡Tú! ¿Por qué siempre me sigues?

Freddy río, un ángel riendo. Y el rostro de Fred se coloró.

— No lo sé — respondió —, Me gusta estar contigo.

Y se sentó junto a él.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora