Diecisiete

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Los días pasaban, y los encuentros de nuestros protagonistas eran cada vez más frecuentes.

Mas tiempo, más días, más horas.

Gam estaba sorprendido del tiempo que había pasado y lo pura que seguía siendo el ama del castaño.
Se le antojaba deliciosa.

Era un día como cualquier otro, y ellos estaban en el estanque como de costumbre.

— ¿No te aburres, Fred?

— No.

— ¿Quieres pasear por el bosque?

— No.

Freddy apretó los labios mirando el agua reflejar el árbol de detrás, envolviéndolo; — ¿Y si vamos a tu cabaña?

— No.

— Sí no hacemos algo buscaré tu cabaña.

...

Fred se encontraba caminando con el castaño al lado, quien tarareaba una canción para nada conocida por Fred.

— ¿Eres religioso, Fred?

— Nunca te callas, por lo visto.

El castaño rió; — No, ¿lo eres? — sonrió.

Fred se detuvo, pensar en la religión, en Dios, en los ángeles, en los milagros, en todo lo bueno le hizo sentir un escalofrío, miró el suelo con desagrado; — No.

— ¿No crees en Dios? — preguntó extrañado, jamás había conocido a alguien que no fuera religioso —.

— Sí, sí creo, pero no soy religioso.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora