Dos

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— Hola... — saludó el castaño algo nervioso, el sentimiento que le causaba ver a ese chico pálido era diferente a todo lo que había sentido antes, a pesar de eso no era malo, en absoluto —. 

El chico azabache que se encontraba frente a él entrecerro los ojos, se enderezó y sin dejar la expresión seria preguntó: — ¿Y tú eres?

— Mí... Mí nombre es Freddy. — no sabía que más decir, pero parecía que su adversario esperaba algo más. Sin pensarlo más en un impulso quizá de respeto dijo —, Sólo vago por aquí de vez en cuando.

El azabache alzó una ceja. Ups.

— Bien por ti. En realidad no te pregunté eso último, pero gracias por el dato.

Freddy apretó los puños y miro al suelo, solo para luego levantar la mirada y decir: — Fue algo extra, ¿cómo te llamas?—, sonrío.

El azabache giro la cabeza de nuevo, abrazo su piernas y se quedó viendo el agua del pequeño estanque: — Fred. Me llamo Fred.

Freddy sonrió aun más, sus nombres eran muy parecidos, se acerco sentándose a su lado y lo miro directo al rostro. Fred lo miro de reojo, ahí fue cuando Freddy descubrió que sus ojos eran invertidos, como los de un demonio.
Se le erizó la piel, y su contrario volvió a mirar el agua.

— Me tengo que ir, fue un placer conocerlo. Fred.

Freddy se levantó y comenzó a alejarse sin obtener respuesta del azabache.
Quizá solo era esa rara enfermedad que sufrían las personas del pueblo, donde sus ojos invertían como los demonios y en ocasiones solían morir jóvenes.
Pensó en lo triste que debía estar ese chico al haberlo visto sólo en el estanque.

Volveré a visitarlo algún día, pensaba Freddy, sí es que lo encuentro.

Sin mis alas (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora