Viernes 22/febrero/2019
Aliso el short con manos temblorosas mientras escucho la risa de mi mejor amiga y veo chicas diferentes moverse de un lado a otro, pareciendo entusiasmadas.
Aprieto con delicadeza mi muñeca izquierda intentando calmarme.
—Todo saldrá bien, tienes que relajarte—susurra Cristhina a mi espalda.
—No puedo creer que me hayas convencido de hacer esto—respondo sintiendo mi rostro enrojecer.
—Y yo no puedo creer que hayas aceptado hacerlo—sonríe con evidente entusiasmo, pero se relaja al notar mi expresión—No es el fin del mundo, respira, tranquilízate y disfruta—toma mi mano separándola de mi muñeca y me regala una sonrisa contagiosa.
—¡Es hora! —grita alguien—¡démoslo todo!
Doce chicas y entrenadora se reúnen en un círculo y con concentración repasamos la jugada, al terminar posicionamos las manos al centro y damos un grito entusiasmado.
—¡Sheik a ganar! —gritan todas pareciendo saborear el nombre de la universidad y nos dispersamos al caminar por el pasillo, listas para salir a cancha.
Desde hace años los equipos de cualquier deporte eran formados solo por hombres, cuando se incluyeron a las chicas, nunca había las suficientes para formar un equipo y solo pocas resistían las bromas de los varones, al final regresaban a ser solo hombres, pero en cuanto el cargo de director paso a Peter Sheik motivo más a las chicas, se formaron equipos y lograron grandes cosas, algunos decían que la decisión la tomó por intervención de su hija a quienes todos en Jasdul conocíamos.
Mi generación no fue la excepción en el deporte y mi mejor amiga Cristhina Argon, quien amaba el básquet, con esfuerzo y dedicación logro entrar al equipo.
Yo, Michell Holson, era más de verla a lo lejos jugar con su hermano mayor y echarles porras, por lo que el estar aquí con ellas a punto de jugar me resultaba intimidante, pero por alguna razón había logrado convencerme a participar en este partido.
Estábamos en febrero, a un semestre de terminar nuestro primer año de Universidad, en uno de los juegos más importantes de la temporada al ser de los primeros y tenía miedo de arruinarlo.
—Te dije que te relajaras, no que te asustaras más—dice Cristhi antes de darme un zape en la cabeza—llevamos tiempo en la universidad y tú no haces más que estar encerrada en tu mundo, diviértete un poco—ladea la cabeza preocupada.
Asiento y sonrió, me toma la mano y juntas nos unimos al equipo, todos en gradas aplauden, gritan, ríen, comen o platican, el equipo contrario me intimida en cuestión de segundos, pero una mirada de Cris me intimida más, por lo que cierro los ojos e intento relajarme.
Tras la presentación de equipos, palabras del director y otras cosas más, los equipos se posicionan uno frente al otro, me cuestiono como llegue a eso y cuando estoy por huir mi amiga me jala hasta llegar al centro.
—Que lo que te enseñamos no sea en vano—susurra haciéndome recordar los juegos con ella y su hermano Derek.
Lanzan el balón al aire y comienza el juego.
Nuestro equipo se apodera de él, Cristhina lo bota, lo pasa, grita y dirige.
A veces la veía como en esa ocasión y me cuestionaba el cómo éramos amiga, ella siempre tan alegre, extrovertida y sociable, mientras yo me encontraba encerrada en mi mundo permitiéndole el paso a muy pocos.
—¡Michell! —el grito de Cris me regresa a la realidad.
Una compañera me pasa el balón y comenzamos la jugada practicada.
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Obsesión fatal. ✔
Teen FictionMichell Holson es una buena estudiante, hija ejemplar, excelente amiga, simple y amorosa Le gusta tener todo siempre perfectamente planeado, siempre tiene previsto todo, nunca pasan cosas que ella no quiere que pasen. Hasta que él llega y sacude su...