|Capítulo 32|

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Lunes 26/agosto/2019


Despierto agitada, sudorosa y con lágrimas en los ojos ante la pesadilla que he tenido, pero a penas recuerdo todo lo que ha sucedido y miro a mi alrededor me doy cuenta de que lamentablemente la pesadilla es real.

Estiro los músculos en donde siento más dolor y al verlo dormir sentado en una esquina del cuarto froto mi frente recordando la sensación de frio en mi piel ante la pistola tocándola.

Lo veo tan tranquilo e indefenso que me pienso por un segundo hacer algo para poder escapar, pero como si leyera mis pensamientos, abre los ojos mientras sonríe.

—Buenos días—saluda a lo que solo asiento mientras desvió la mirada.

Se levanta de su lugar y comienza a caminar por el cuarto haciéndome temblar de solo pensar que se acercara a mí, pero afortunadamente no lo hace, solo se encarga de abrir la ventana, mover la mesa y acomodar los diferentes medicamentos.

En cuanto me da la espalda veo la pistola sobresalir y pese a que no quiero verla, un particular brillo llama mi atención, por lo que me levanto con sigilo y me acerco a él, cada vez viendo mejor el arma, cada vez estando más segura.

Una "H"en la parte inferior color dorada que brilla ante los reflejos del sol.

—Es de mi padre—susurro.

—¿Eh? —murmura mientras voltea y se encuentra conmigo a su espalda—¿Qué dices?

—Esa arma es de mi padre—la recuerdo—es la que estaba en el club—respiro con dificultad—¿Cómo es posible? ¿Cómo...?

La sonrisa que se extiende por todo su rostro me estremece por lo que retrocedo unos pasos.

—Te dije que me había gustado—el día que lo lleve al club y le mostré la colección de mi padre viene a mi mente de inmediato—en serio la quería—suspira mientras la toma entre sus manos, la noche anterior estaba demasiado asustada como para prestar atención en ello, pero definitivamente es de mi padre.

—¿Cómo es posible? —cuestiono—no podrías robarla sin ser visto.

—Tú misma me explicaste los días que trabajaba el servicio, me mostraste el camino y también el despacho y colección de tu padre, ¿Cómo no podría robarla? —se burla—siempre tengo lo que quiero y ni esta arma ni tú iban a ser la excepción.

Su expresión es tan diferente una vez más que me imposibilita seguir cuestionando más.

—Tengo hambre—murmuro mientras regreso a mi cama.

—Te traeré comida ahora—sonríe antes de desaparecer.

A penas estoy sola suspiro con pesadez para después intentar apretar una de mis muñecas, pero a penas toco me sobresalto a mí misma ante el dolor.

Siguen rojas, hinchadas y con un poco de sangre ante las cortadas que me ocasione, por lo que hacer lo de siempre cuando estoy nerviosa es imposible, sobo con delicadeza mientras espero y me maldigo ante lo que acaba de pasar con Ryan y el hecho de que es cierto, yo le dije todo, yo tuve la culpa de que pudiera adentrarse a un lugar que tanto amo y significa para mi familia con tanta felicidad.

Tomo mi cabello entre mis manos, sintiéndolo cenizo, alborotado y sucio, hago una coleta como puedo y espero hasta que Ryan regresa.

—Podrías decirme que es lo que quieres comer después para conseguirlo—habla apenas entra—comprare lo que desees sin dudarlo.

—Bien...—susurro mientras me acerco a donde ha dejado la charola con comida.

—Puedes comer—sonríe de nuevo, recargando su codo en la mesa y su cabeza en su mano, observándome fijamente, siguiendo todos y cada uno de los movimientos que hago.

Obsesión fatal. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora