|Capítulo 38|

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Lunes 02/septiembre/2019

Madeleine.


Cuando Michell comienza a abrir los ojos alrededor de la una de la tarde, lo hace con mucha delicadeza y de forma lenta.

—¿Qué haces? —cuestiono divertida, suspira al escuchar mi voz y abre los ojos definitivamente.

—No sé, siento que en cualquier momento al abrir los ojos voy a estar en mi habitación y todo esto quedara como una pesadilla—se levanta y comienza a estirar—hace días que no dormía tan tranquila—me informa—gracias.

—Nada de eso—niego—me alegro de ayudarte en algo.

Su sonrisa me hace querer ayudarla mucho más.

Amarra su cabello en una cola alta mientras me observa con la ceja arqueada.

—¿No te vas a levantar? —pregunta extrañada.

—Esto...—miro mis piernas adoloridas—duele un poco.

—Mierda, te quedaste toda la noche en esa posición, lo lamento—me mira preocupada y yo le restó importancia con la mano comenzando a levantarme.

—Estoy bien, no te preocupes, me alegro de que hayas dormido mejor—logro estirarme y me siento mejor al instante.

—Supongo que no podemos salir, ¿verdad? —intenta saber.

—Si es lo que quieres, es lo que tendrás, lo prometo—le sonrío con cariño.

El brillo en sus ojos es aquel que te hace querer ir al mismísimo infierno por ella.

—¿Ya despertaron? —nos sobresalta Ryan haciendo retroceder a Michell y a mí posicionarme frente a ella sin siquiera pensarlo—¿Cómo están mis dos mujeres favoritas? —cuestiona con una sonrisa, veo como Michell se estremece, pero le regala un intento de sonrisa.

Él se acerca a Mich y le planta un beso en la mejilla, cuando se acerca a mí y le da la espalda a la chica, ella se frota la mejilla con fuerza, como si quisiera eliminar todo rastro de Ryan.

—¿Qué tal dormiste? —le sonrió.

—Fantástico—se estira—hace días que no dormía en una cama.

—¿Por qué? —tomo de la mano a Michell y la llevo a la cocina.

—He estado durmiendo en una silla—explica como si no fuera nada—¿Cómo estas amor? —mira a Michell, quien finge una sonrisa.

—Bien—susurra, aferrándose a mi mano.

—Déjame preparar el desayuno para ti—dice el chico uniéndose a nosotros en la cocina.

Pero ello sobresalta a la chica quien llama mi atención, ante el miedo y preocupación que reflejan sus ojos, por lo que, pese a que no entiendo su reacción, decido hacer algo para evitarla.

—Yo la hare—interfiero.

—No—se niega—eres mi invitada, yo lo hare.

—Tu comida me da agruras—miento—así que déjame hacerlo, ¿bien?

—Pues ya que—se encoge de hombros, sentándose en una silla frente a la mesa.

Y cuando Michell parece mucho más relajada entonces sé que he hecho lo correcto.

Hago lo que puedo con lo que hay mientras Michell permanece cerca y Ryan espera.

—Pronto se te acabara la comida—indico.

Obsesión fatal. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora