|Capítulo 19|

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Sábado 04/mayo/2019


Al abrir los ojos me encuentro entre los brazos de mi amiga a quien recuerdo entrar a mi habitación con preocupación, al inicio parecía buscar respuestas, pero en cuanto se encontró con mi rostro lo único que hizo fue abrazarme y dejarme llorar hasta quedarme dormida.

Veo la hora en el reloj y pese a que falta poco para que suenen las alarmas ya que hoy trabajamos en el turno matutino, decido salir más temprano del departamento porque no quiero ver a Cristhi, no sabría que decirle.

No me muevo con cuidado ni procuro hacer silencio, Cristhi siempre ha tenido el sueño pesado y solo situaciones demasiado criticas eran la excepción, así como lo fue los días del problema con su familia y la noche antes del regreso de su hermano, y solo lograba dormir de manera normal cuando se sentía segura, por lo que sé que si supiera lo que había pasado sin duda sería una de esas situaciones.

Tomo mis zapatillas y mi bolso antes de salir de mi habitación para después vestirme mientras camino antes de salir de manera definitiva del departamento.

Sé que me veo del asco, sé que tengo ojeras y probablemente mi ropa también este llena de mocos y lágrimas, pero prefiero eso antes que tener que enfrentar a mi amiga.

Me pienso en que hacer porque no voy a llegar a la empresa en este estado y pronto sé el lugar indicado al que puedo dirigirme.

Mis padres de manera definitiva van a estar en la empresa y hare de todo para no ver a los Grazer.

Tomo un taxi y doy la dirección de mi antiguo hogar, el camino no es largo, pero si pesado, me siento tan mal como para siquiera ver algo que no sean mis manos haciéndose daño entre si.

Normalmente apretaba mi muñeca con desesperación al sentir miedo o estar avergonzada, pero eso dejo de ser suficiente tras unos minutos y ahora los pellizcos en la palma de mi mano, tronarme los dedos pese a que odio el sonido y rascarme hasta dejar roja mi piel es lo que consigue calmarme.

—Señorita hemos llegado—avisa el conductor haciéndome reaccionar.

—Lo siento—muevo mi cabeza y entrego el dinero de la tarifa—muchas gracias—sonrió sin ganas antes de salir del auto y prácticamente correr a la casa.

Cuando estoy dentro me siento lo suficientemente segura como para respirar con normalidad.

Corro escaleras arriba, tomo lo necesario, preparo todo y me adentro a la regadera, siento el agua caliente sobre mi cuerpo y nuevamente me siento relajada.

Cepillo mi cabello con cuidado mientras veo mis ojos hinchados en mi reflejo. Me veo fatal.

He tomado un poco de ropa como una falda negra y camisa blanca que aún tengo en este lugar y pese a que no es lo mejor ni más formal, sé que no tendré problemas, no he estado nerviosa ni angustiada ya que no he traído el celular conmigo, así que cualquier mensaje o llamada de mi amiga no significa problema.

Aplico más maquillaje de lo normal, para ocultar mi rostro tan demacrado mientras intento ya no pensar en nada más para después solo hacer una coleta alta apretando con la fuerza necesaria para que duela.

Cuando he terminado practico algunas sonrisas y miradas frente al espejo. Lista para fingir.

Abro la puerta de la casa lista para dirigirme a la empresa, rogando no encontrarme con nadie.

—¡Michell! —escucho el grito de la madre de Ryan y me petrifico.

Bueno, mis suplicas han sido claramente ignoradas.

Obsesión fatal. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora