|Capítulo 47|

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Domingo 08/septiembre/2019

Michell Holson.

02:13 p.m.

La luz me incomoda apenas abro los ojos.

Todo me incomoda, el cuerpo me duele, me siento mareada y con unas ganas terribles de vomitar, así que dejo escapar un grito al moverme y sentir algo en mi brazo.

Escucho voces a mi alrededor, pero no entiendo que dicen, la luz me sigue incomodando, quiero levantarme por completo, pero no puedo, duele, duele mucho.

De pronto las ganas de vomitar incrementan, me levanto de lo que parece una camilla, me inclino de lado y comienzo a expulsar todo.

—Déjalo salir... eso es—susurra una dulce voz a mi lado mientras agarra mi cabello y frota mi espalda—muy bien.

Cuando he terminado, me incorporo y miro con mucha vergüenza a la mujer frente a mí.

—Lo siento mucho—digo mirando el piso asqueada.

Ella ríe y le resta importancia mientras pide a alguien limpiar.

—Me alegro de que despertaras—dice sentándose junto a mí limpiando con cuidado mi boca.

Y es entonces cuando reacciono, todo viene a mi mente, miro a mi alrededor, mi ropa y a la doctora repetidas veces, estoy en un hospital, un jodido hospital.

Toda ha terminado.

Ya todo termino.

Comienzo a sentir las lágrimas caer por mis mejillas.

Y antes de que me dé cuenta, ya estoy llorando sin poder controlarlo mientras la doctora me deja abrazarla con fuerza mientras frota mi espalda de manera dulce.

—Ya todo está bien—susurra sin soltarme—ya estas a salvo.

Permanecemos en silencio por largos minutos entre lamentos y lágrimas, pero aun así ella no se aparta, en una ocasión un enfermero entra, pero ella le indica con un movimiento que salga y nadie vuelve a molestar.

No sé quién es, pero agradezco de corazón que me deje aferrarme a ella.

Cuando termino de llorar ella me da un pañuelo para limpiar mi nariz, miro avergonzada su bata que se encuentra un poco mojada y ella solo ríe indicando que no pasa nada para después ayudarme a recostar en la camilla, pero ello me hace sentir un fuerte dolor.

—Duele...—indico señalando mi estómago.

—Es normal—dice la doctora para después comenzar a anotar de manera veloz algunas cosas mientras habla conmigo.

Me explica todo y por supuesto que lo recuerdo.

Pero sobre todo recuerdo sus malditas palabras antes de enterrarme la navaja en el abdomen, recuerdo que el dolor quedo de lado cuando vi a mi mejor amiga frente a mí. Entonces también pienso en ella y la sangre que tenía, por lo que cuestiono a lo que la doctora responde todas y cada una de mis preguntas con calma a lo que por segundos me altero.

—Esta bien—me tranquiliza—despertó mucho más rápido que tú y pronto será dada de alta.

Respiro con tranquilidad y continúo escuchando como afirma lo de las drogas, como me hace saber lo que me causo las golpizas que me daba y todas las medidas que estaré forzada a seguir para mejorar por completo.

—Suena mejor de lo que esperaba.

—Estarás mejor pronto y como nos lo rogo la señorita Argon, saldrán juntas de este hospital.

Obsesión fatal. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora