|Capítulo 34|

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Sábado 31/agosto/2019

Cristhina Argon.


La señora Holson se ve verdaderamente mal, tras ocho malditos días sin saber nada de Michell, sencillamente esta derrumbada, no habla, casi no come y la mayor parte del tiempo solo duerme por lo que verla reunida con nosotros es algo nuevo en estos días.

El señor Holson parece mejor que hace algunos días, pero todos sabemos que solo es por su esposa que esta derrumbada, porque apenas esta solo no puede dejar de llorar.

Y mi hermano es alguien casi irreconocible, enormes ojeras bajo sus ojos, cabello revuelto y mirada perdida, por lo que me parece bastante increíble que pese a ello sea quien ayuda más a los investigadores además de siempre estar al pendiente de todos en la familia.

—Estamos aquí—dice una voz masculina adentrándose al lugar.

Pese a que desde el primer día los habían llamado, lamentablemente la mayoría estaban fuera de la ciudad, por lo que recibimos poca, pero relevante ayuda de los restantes, al menos hasta hoy.

El hombre abraza con fuerza y cariño a Gabi, quien se derrumba una vez más mientras solloza.

—La encontrare, lo juro—dice el hombre que sorprendentemente logra calmar a la mujer.

Cuando estos se separan una persona aparece detrás, persona que se lanza a consolar a Gabi y que me lanza una mirada llena de amor que logra hacerme llorar aún más.

Me acerco y la abrazo con fuerza mientras peina mi cabellera y susurra con amor.

—Está bien cariño, mamá ya está aquí—besa mi frente mientras me derrumbo.

No sé quién eres, no sé si está bien confiar tan ciegamente como todos lo hacen, no sé si creer en tus palabras, pero definitivamente te agradezco con el alma lo que has hecho hoy.

Mi hermano también recibe a mamá y solo cuando todos estamos más relajados el hombre prosigue con su trabajo. Hace una señal y entonces los veo y ello me demuestra que incluso lejos ha trabajado y logrado muchísimo más que la policía.

—Rezetti...—susurra el señor Holson quien recibe un asentimiento.

—Encontré muchísimas cosas que nos serán de ayuda, pero aún estoy en busca de alguien...

—¿De quién? —pregunta mi hermano.

—Una chica de nombre Madeleine.

Repito su nombre, pero en lo absoluto me parece conocido.

—¿Es importante?

—Demasiado—asiente el hombre—pero por ahora lidiemos con esto—señala y entonces los veo.

Se adentran a la casa y pese a que sé que ellos no tienen la culpa, no puedo evitar molestarme ante su presencia.

Los Grazer lanzan miradas llenas de tristeza y culpa.

Y antes de que diga algo que no debo, un último hombre aparece, entonces las puertas son cerradas y todos toman asiento en los sillones y sofás, con el llamado Rezetti de pie, a la cabeza de todos, que con ayuda de un chico más nos entrega algunas hojas.

—Tras la búsqueda que realice—comienza a hablar—logre encontrar al matrimonio Grazer en un viaje que el mismo Ryan les había regalado como obsequio por su aniversario—les señala—ellos no sabían absolutamente nada y por ello la policía no les encontró tan rápido, pero apenas les explique, decidieron regresar y en la investigación también lo descubrí a él.

Obsesión fatal. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora