Capítulo 27: Formas de buscar venganza

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—Que la muerte de Merlín nos haga ver que en estos tiempos de oscuridad no se deben dejar de lado las esperanzas— Arturo mira a cada una de las personas presentes—. Que nos sirva de consuelo que aun existen personas buenas que lo darían todo por salvaguardar la vida de otros de manera desinteresada— mira a los VK's cuando dice esto—. Y sobre todo, debemos tomar su partida no como motivo de tristeza, si no como el motivo de inspiración que nos guíe en la guerra que se avecina.

Kheaden mira sin inmutarse el cuerpo sin vida de su padre, que cubierto con una sábana blanca, le daba la sensación de estar dormido y no muerto.

De poder hacerlo todo mejor, no habría ido a Camelot en primer lugar. Fue su culpa, indirectamente, que ahora su padre ya no esté.

Debió saber que Trekep se dejaría llevar por los sentimientos enfermizos hacia Li Lonnie. Debió prever aquello y no dejarlo presenciar aquella escena romántica que compartió con Jay. La mira de reojo, justamente, encontrándose con una mirada asustada que lo hacen sentir mal.

Aquella pequeña ceremonia de despedida se ve finalizada poco después.

Kheaden sale del salón donde se llevó a cabo, encontrándose en medio de su camino a un joven rubio, quien tenía los ojos rojos y una expresión de odio puro hacia él. Sabe quien es.

Es el heredero al trono de Camelot. El príncipe Amr.

—¿Qué haces tú aquí? —le reclama.

—Merlín era mi padre.

—¡Por tu culpa murió! — explota contra él, y de un momento a otro, Kheaden se ve aprisionado contra la pared de roca, un dolor en su espalda se hace presente por el impacto—¡Es tu maldita culpa que mi tío ya no esté!

Hay dolor en esas palabras. Amr había perdido a un segundo padre. A su consejero que desde niño lo apoyó en sus travesuras y al cual admiraba mucho.

Los ojos del pelinegro se encienden de enojo, pero tan pronto como es capaz de pensar con objetividad, trata de tranquilizarse y vuelven a su estado normal.

—Yo nunca quise que le pasara eso— murmura—. Yo solo quería obedecer las órdenes de mi madre, pero te aseguro que ya no es así. Quiero corregir mis errores. Y para eso necesito que confíen en mí.

Amr lo suelta. Lo mira largos segundos antes de irse de ahí con rapidez, no pudiendo soportar ni un minuto más ver la cara de Kheaden.

El hijo de Merlín jadea cuando la presión desaparece. Entonces nota a la hija de Mulan al fondo del pasillo.

—¿Tú también vienes a tratarme como la mierda que sé que soy? Adelante.

Le hace un gesto para que se acerque. Lonnie lo hace, sacando la espada de la funda en su cinturón a medida que avanza.

—Debes saber que fue Trekep el que quería hacerte cosas horribles, yo no. En medida de lo posible te ayudé, lo sabes, evité que te hiciera daño.

—Tú me secuestraste.

—¡Te salvé! Shan Yu iba a matarte— la corrige.

Kheaden no tiene intención de defenderse. O al menos trata de prolongar hacer uso de su magia.

La cara de Lonnie se transforma en una mueca de duda. Sí, podía recordar la intervención de él antes de que Shan Yu la asesinara. Sin eso ella estaría muerta. Aunque en su momento lo hubiera preferido.

—No espero que entiendas mis motivos, Li Lonnie, pero al menos estás aquí. Tampoco fue casualidad que tu madre siguiera con vida. El plan inicial era matar a todos los integrantes de tu familia. Pero no lo permití.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora